Como si fuera ayer: y usted, ¿cómo vive la Cuaresma?

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Rollo: Celia V. Franco C.
No sé ustedes, pero durante mi infancia la época de Cuaresma realmente era una temporada colmada de simbolismos religiosos, las tradiciones se seguían al pie de la letra y no había siquiera margen para preguntar si podíamos evitarlas. Se hacía lo que la abuela decía y punto.

Para empezar, todos los miércoles, desde el de Ceniza hasta el de la Semana Mayor, al igual que los viernes eran de ayuno y vigilia, es decir, no se desayunaban ni se comían carnes rojas, pues según la iglesia era un sacrificio que debíamos de hacer en nombre de Jesús. Esa era la explicación que los adultos daban a los niños.

Claro que con los pequeños estas normas eran flexibles, todos podían desayunar y la cantidad de comida en el almuerzo no era medida, aunque claro que la abuela aprovechaba para cocinar verduras y como teníamos hambre y de plano sabíamos que no teníamos otra opción, pues ni modo, comíamos sin chistar.

Cuando llegaba la Semana Mayor, las privaciones eran más, no nos dejaban escuchar música, mucho menos ver tele o jugar. “Eran días de guardar y pensar en la muerte del Salvador”, nos decían, aunque en realidad nosotros no sabíamos mucho del tema y para ser sincera tampoco nos robaba el sueño.

Conforme fui creciendo entendí un poco más sobre las tradiciones, pues al final de cuentas eso son: tradiciones religiosas que buscan mantener una idea de lo que está bien y mal, pero sobre todo enseñarnos sobre el sacrificio y amor al prójimo. Al menos eso entiendo.

Hay que decir que con el paso de los años y el cambio de rutinas, en un estado en donde cada vez viven más personas, esas tradiciones se han modificado, pocos son los lugares y los ciudadanos que aún las siguen al pie de la letra.

La verdad es que para mi seguir los rituales como antiguamente no es de súper gran importancia, lo que realmente creo importante es actuar de forma honesta, mantener los valores de lo que correcto y lo incorrecto; para mi entender es más importante lo que sale de la boca que lo que entra en ella, con esto me refiero a que es mejor no criticar ni meterse en la vida de los más con intención de perjudicar a evitar comer carne.

Para mi resulta más pecado (el cual entiendo como un acto impropio que genera un desorden social, pues perjudica a otro ciudadano) hablar mal de alguien, pasar junto a alguien que necesita ayuda y ni siquiera voltear a verlo, tirarle el carro a alguien más al manejar, ser indiferente ante las personas que viven en situación de calle, lastimar a un animal, que comer una torta de cochinita, por sólo dar algunos ejemplos.

Lo que trato de decir es que es más importante intentar ser buenos seres humanos todos los días a limitarse superficialmente únicamente por 40 al año.

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