Por Jorge Moreno
A continuación transcribo una carta que un amigo lector, que es estudiante de embalsamiento de cadáveres, me escribió en días pasados: “Hola, espero que te encuentres bien y ojalá que esta historia pueda ser leída.
Hace un par de años comencé a estudiar tanatopraxia, que en pocas palabras es ser embalsamador, y cuando entré a estudiar ahí, ya creía en los fantasmas y espíritus astrales, pero de una forma ambigua.
”A lo largo de mi vida ya había tenido algunas experiencias paranormales pero muy pequeñas o incluso cosas que nos pasan a todos, pues al estar estudiando hacía prácticas en una embalsamadora que tenía convenio con la escuela, y de las primeras preguntas que uno hace al estar ahí es ¿les ha ocurrido algo paranormal?… ¿han visto un fantasma?
Los instructores siempre nos decían que sí pasaban cosas extrañas, pero que no nos engancháramos con eso, y que si veíamos o escuchábamos algo raro, lo ignoráramos y siguiéramos con nuestras actividades y así fue.
”Era muy común que a cualquier hora se escucharan ruidos, veíamos pasar personas que obviamente no estaban ahí, ya que el acceso era muy restringido; nos movían cosas, a veces nos hablaban por nuestro nombre y escuchábamos pasos en el tapanco (el tapanco es el espacio que está adaptado para dormir).
La señora del velorio
”Lo curioso es que nunca pasaba nada cuando alguien estaba durmiendo arriba, sólo ocurría cuando estaba solo el lugar, pero para no hacer la historia más larga, ya habían pasado cuatro meses de prácticas, por lo cual ya hacíamos guardias y siempre había un instructor y uno o dos practicantes, y así, uno de esos días tomé guardia de 48 horas junto con otra compañera y un instructor, por lo tanto ya estábamos cansados.
”En las primeras 24 horas realizamos el embalsamiento de siete cuerpos, de los cuales cuatro fueron casos legales (un caso legal es más pesado de realizar, ya que tenemos que quitar suturas, sacar órganos y lavarlos), y no nos dio tiempo ni de preguntar qué había ocurrido, incluso mi compañero subió con el maquillaje en la mano, preguntamos ¿qué paso?
”Y él no podía hablar, tenía la boca seca y se vino alterado mucho. Mi compañera le dio agua y él, al tomar el vaso, le temblaba la mano. Volvimos a preguntarle y nos respondió que él había embalsamado a una señora que estaba ahí parada en el velorio, y yo le dijo en un principio que probablemente, al ser familiar de uno de los cuerpos, pues se parecían.
”El estaba muy alterado e indicó que no, que él la embalsamó cuando nosotros subimos a dormir. Mi compañera le dijo que se tranquilizara, que nosotros íbamos a bajar; él nos pidió que nos quedáramos arriba, y pasaron unos 15 minutos y tocaron el timbre.
Había que entregar cuerpo, bajé yo y me espanté al no ver a la señora en la sala, ella no tenía forma de salir, la puerta de la entrada se cerró con llave después de las 10 de la noche.
”Al ver una de las puertas del ataúd abiertas, no me quise asomar a ver el cuerpo. Salí a abrir la carroza y el funerario preguntó que si todo estaba bien. Bajó el instructor y mi compañera, les comenté que las puertas de un ataúd estaban abiertas y ella le
preguntó al instructor que si había sido él el que las abrió y respondió que no.
La confirmación
”Cabe aclarar que nosotros, al terminar de guardar un cuerpo en la caja, limpiamos el ataúd y pulimos los cristales, por lo tanto ya no las abrimos, ya que es volver a mancharlo; quedamos más sorprendidos al ver que la caja que tenía las puertas abiertas era el de la señora y, efectivamente esa mujer que estuvo en la sala llorando era la misma que nuestro instructor había embalsamado.
Este suceso ocurrió en la Ciudad de México y cabe aclarar que esta persona me mandó fotos de su trabajo como prueba de que sí labora
ahí, pero evidentemente me pidió que no se publicaran. Por lo visto, el alma en pena de la persona que embalsamó es la que estaba ahí, llorando su propia muerte.
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