Enigmas: El ahogado que murió ahorcado

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Enigmas: El hombre ahogado en cenote, que en realidad murió ahorcado en Abalá

Por Jorge Moreno
No, no es un error el título que está usted leyendo. Seguro pensará que cómo una persona ahogada puede morir ahorcada si se supone que ya está muerta. Lea el suceso que a continuación les presento y así podrá salir de dudas.

Este caso ocurrió a principios de los años noventas, en el municipio de Abalá, en donde lamentablemente unos bañistas descubrieron un cadáver en un cenote de esta población; asustados, llamaron a las autoridades policiacas que hicieron todos los trámites de rutina en estos casos, o sea, llamar a los forenses especializados.

Se identificó el cuerpo y se trataba de un señor de unos 40 años de edad, que tenía fama de “teporocho”, no había llegado a dormir desde dos noches antes a su casa (vivía en el domicilio de sus papás), pero no les extrañó, ya que en sus continuas borracheras a veces se desaparecía por dos o tres días.

El caso es que todo transcurrió con presunta normalidad en las siguientes semanas hasta que uno de sus compañeros de parranda, llegó con sus papás a confesar la verdad de lo que había pasado. Dijo que en sueños se le aparecía el difunto y lo atormentaba para que dijera lo que en realidad pasó.

Los hechos

Resulta que una noche estaban de “parranda” en casa de uno de sus compañeros de trago, y en un pleito el ahora occiso y uno de ellos se agarraron a golpes, pero en una de esas, esté cayó al piso inconsciente, y lo dieron por muerto.

Muy posiblemente su estado etílico no les permitía pensar o razonar, entonces decidieron colgarlo con una soga del cuello en un hamaquero, y así pareciera que se había suicidado; entonces, eso hicieron.

Al cabo de unas horas, uno de ellos dijo que era un mal plan lo que estaban haciendo, ya que estaban en una casa ajena y cómo podrían justificar que la víctima se suicidaría en esa casa, por lo que, después de mucho pensarlo, alguien sugirió que lleven el cuerpo a tirar al cenote, pues así pensarían que murió ahogado.

Todos estuvieron de acuerdo (eran cinco borrachines), por lo que se subieron al auto de uno de ellos y metieron el cadáver en la cajuela. Fue así como al día siguiente, los paseantes descubrieron el cuerpo sin vida en el cenote. El confesor dijo que ya no aguantaba más y por eso fue con los papás del infortunado hombre a decir todo.

Esto se pudo corroborar por dos cosas: primero, el autor del crimen había huido del pueblo, quizás pensaba que alguien lo podía delatar, y la prueba más clara fue que los forenses le dijeron a los papás que veían unas huellas de ahorcamiento en el cuello
de la víctima.

Dicen no a investigación

Sin embargo, para realizar una investigación debían viajar a Mérida, buscar un licenciado y hacer una serie de trámites que ellos de plano no podían hacer, pues eran de avanzada edad, casi no podían caminar y no tenían dinero, y decían que a final de cuentas nada les devolvería a su pobre hijo.

Fue de esa forma en que se aclaró que el difunto, en realidad no murió ahogado sino ahorcado. No cabe duda que como este misterio hay muchos más que por algún motivo no se pueden esclarecer; pero vaya que suena escalofriante pensar en que en realidad sí fue el alma en pena de la víctima quien obligó a uno de los testigos a confesar.

Claro, alguien que es escéptico a lo mejor puede pensar que simplemente fue remordimiento, por ello amigo lector de “Enigmas”,
usted tiene la última palabra.

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(Fotos de contexto SIPSE)

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