De la que se salvó Ernesto, quien, como todos los días, trabajaba entregando tortillas en la comisaría meridana de San Ignacio, y justo en el lugar donde estacionó su moto un volquete cargado con material de construcción acabó volcado y todo lo que llevaba quedó desparramado.
Resulta que Ernesto acababa de llegar a una de las casas en donde todos los días entrega tortillas, estacionó su moto y se bajó para sacar de la nevera el producto que iba a entregar, la señora salió y le pagó, y justo estaba por subirse de nuevo a su nave cuando se percató que el volquete se acercaba a él a una velocidad poco apropiada.
Por instinto se metió a la terraza de su clienta y apenas unos segundos después el chófer de la pesada unidad perdió el control, se subió a la escarpa y acabó volcado regando todo el escombro que llevaba. La moto de Ernesto quedó debajo de todo ese relajo.
Al lugar llegó un apoderado legal de la empresa para la que trabaja, pues resulta que el volquete no estaba asegurado, mientras que el chofer tuvo que ser trasladado al hospital, ya que se quejaba de un fuerte dolor de espalda y cuello.
