Enigmas: alguna vez hubo un estremecedor Huay Chivo en Valladolid

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Enigmas: esta es la leyenda del brujo convertido en Huay Chivo que aterrorizó Valladolid

Por Jorge Moreno
Cuenta una leyenda que hace muchos años vivía en las afueras de la bella Zací, hoy conocida como la ciudad de Valladolid, un hechicero que poseía los secretos de las plantas para curar a la gente, pero también para provocar enfermedades y muerte. A sabiendas de esto, poco a poco las personas dejaron de solicitar sus servicios por temor a que pudiera causarles algún mal.

Muy pronto el hechicero se quedó sin pacientes y comenzó a sufrir penurias al no ganar dinero suficiente para comprar sus alimentos y los de sus animales. Este hechicero estaba locamente enamorado de la hija de un criador de chivos, quien no aceptó ningún trato con aquel sujeto.

Una noche de luna llena el hechicero convocó a los espíritus malignos del Inframundo, a quienes les pidió ayuda para sobrevivir y vengarse de la gente del pueblo que lo había despreciado.Los espíritus malignos le concedieron el poder de transformarse en un ser mágico, mitad hombre y mitad bestia, a cambio de que les entregara su alma para siempre.

Sorpresa y muerte

Se transformó en un Huay Chivo y se fue corriendo rumbo a la granja de su amada, a quien pensaba hechizar. De pronto, oyó unos pasos y se escondió rápidamente detrás de unos arbustos. Eran dos campesinos que regresaban a sus casas y alcanzaron a ver los movimientos de la criatura. Uno de ellos decidió acercarse para ver de qué se trataba, a pesar de que su compañero le insistía que no lo hiciera.

El valiente hombre blandió su machete con fuerza e hizo a un lado los arbustos. Al descubrir la espantosa imagen del Huay Chivo quedó paralizado. Los llameantes ojos de la bestia lo conmocionaron de tal manera que le dio un infarto y cayó muerto.

Desde unos metros atrás, el otro campesino apenas pudo ver como su amigo caía postrado ante la siniestra silueta del Huay Chivo. Inmediatamente escapó corriendo con todas sus fuerzas, aunque por momentos sentía que las piernas se le dormían por la impresión. Por fin, logró alejarse de ese lugar, y se refugió en casa de unos familiares que vivían cerca de ahí.

Rumbo a su amada

El Huay Chivo continuó con pasos misteriosos el trayecto hacia la granja donde vivía su amada. Al ver que todo estaba oscuro se introdujo al corral y atrapó uno, dos, tres… hasta perder la cuenta de cuantos animales asesinados y devorados parcialmente. Después de finalizar la matanza se acercó a la ventana del cuarto donde dormía la joven y ahí se quedó mucho tiempo parado y admirando su belleza. De pronto la chica abrió los ojos y al ver al horrible monstruo comenzó a gritar aterrorizada.

Al escuchar el escándalo de su hija, el granjero tomó su escopeta y entró a la habitación, la joven no dejaba de gritar y con la mirada perdida no dejaba de señalar hacia la ventana. Pero cuando su padre se asomó, la bestia ya había desaparecido.

Después de realizar sus fechorías en la granja, el Huay Chivo se dirigió de nuevo al camino oscuro del monte y en el trayecto estropeó e hirió a otras personas. Esto corrió la voz en el pueblo y se pusieron de acuerdo para ponerle punto final a la vida
del Huay Chivo. Esa noche los hombres jóvenes y adultos, armados con machetes, escopetas y palos, se internaron en el monte en busca del terrorífico monstruo.

Alumbraban los oscuros caminos con antorchas, y así anduvieron por todos los caminos y brechas durante varias horas, hasta que lograron ubicarlo rondando cerca de un plantío de maíz:

Su final

-¡Ahí esta! ¡No lo miren a los ojos! ¡Dispárenle! El Huay Chivo, al sentirse acorralado, amenazó a todos con unos gritos horribles mientras corría y saltaba de un lado a otro intentando embestirlos y morderlos, pero era demasiada gente y no tenía manera de escapar… después de varios disparos cayó al suelo y dejó de moverse.

Al acercarse y alumbrarlo con las antorchas, los hombres del pueblo vieron con asombro como la bestia se transformaba nuevamente en el hechicero al que todos temían con justa razón. Se miraron asombrados pero satisfechos, pues aparentemente ya no tendrían motivos
para temerle… ahí estaba el maligno ser muerto a causa de las heridas recibidas.

Sin embargo, a través de los años y en otras poblaciones se supo de la existencia de otros hechiceros que de igual manera pactaron con los espíritus malignos del Inframundo para poder convertirse en espantosos seres como perros (Huay Peek), cerdos (Kekén), entre otros.

Agradecemos a nuestro amigo y fanático de estos temas, Mario Alfonso Martín Cardeña, de la ciudad de Mérida, el habernos compartido esta leyenda.

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