Couopina: ley Seca, las ausentes

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Rollo: F. Salvador Couoh J.
Pocos serán los yucatecos más o menos “leídos y escrebidos” que no tengan opiniones definidas sobre la Ley Seca.

El viernes 10 de abril entró en vigor el decreto número 208 del Poder Ejecutivo Estatal, como medida de prevención sanitaria ante la emergencia declarada por la pandemia
Covid-19. Este decreto estará vigente hasta el próximo 30 de abril.

Quizás, es mucho decir opiniones, deberían llamarse “impresiones”, pues son marcadamente subjetivas, es decir, hijas del temperamento de quien las emite, o,
cuando mucho, de su visión personal y del círculo de sus relaciones inmediatas. El
fundamento usual que tienen es la lectura de diarios impresos, destaca por su propio mérito De Peso, y otros digitales, así como las redes sociales; el dicho de otras personas o el vago recuerdo de un hecho o un dicho de prominente miembro de la fauna “opinocrática”.

Rara vez esas “opiniones” son desprendidas del estudio o siquiera de una reflexión cautelosa que rehúye la generalización extremosa que divide el imaginario social en una zona de negro azabache y otra de un blanco seráfico.

Cerca de esas “impresiones” está la opinión “rebuscada”, es decir, aquella cuyo autor quiere darle el sustento de algún hecho, y que por no encontrarlo acaba por enunciarla condicional, aun vacilantemente. En fin, están unos cuantos comentólogos, incluso de formación universitaria, no pocos de los cuales escriben para hacer vitrina, exhibirse como desconocedores del tema a tratar.

Es el caso de las aseveraciones en torno al decreto 208, popularmente citado como Ley Seca. Tal vez deban singularizarse dos clases de opinión que tienen un mejor fundamento que las anteriores.

La primera procede de líderes en apuntarse de manera destacada hasta llegar a desgranar puntos de vista Ley Seca: las ausentes F. Salvador Couoh J. sobre lo que les pregunten, ya
sea se trate de asuntos sobre depresión-ansiedad, lo mismo engolan la voz para discernir
sobre el ritual previo al uso del cubrebocas, sin perder la oportunidad para dar lecciones cuasi doctas, sustentadas en la adivinación, sobre secuelas de la Ley Seca.

Ahora tienen la puntada de hacer dictados para atender la abstinencia etílica a la par de curar la cruda por beber en exceso. Anticipan violencia intrafamiliar, suicidios, depresión, ansiedad facturada con IVA de rigor a la Ley Seca.

La violencia es una marca registrada que sólo necesita agotar razones o argumentos
para desatar la furia. El violento lo es con alcohol, sin alcohol o a pesar del alcohol.

La otra fuente de opinión suele proceder de gente que sigue con sostenida atención el juego partidista de insana distancia, cada quien con su culpable, y que tienen una información sorprendente a través de las redes sociales, sin ambages presumen sapiencia sobre efectos secundarios del alcohol tanto por consumirlo como por rehuir a su amargo encanto. Como es de esperarse, suele ser tremendamente critica, y aunque está mejor informada y no carece de cierta reflexión, en general se detiene en los factores meramente personales, sin intentar dar con otros, digamos los sociales como el hacinamiento propiciado por el prolongado confinamiento debido a la pesada pandemia Covid-19.

Semejantes opiniones deben considerarse, pues, como una materia prima promisora,
que algún día profesionistas de las Ciencias Sociales, hoy lastimosamente ausentes en la explicación que demanda la sociedad, aprovecharán recogiendo esas experiencias derivadas de la Ley Seca, confinamiento, hacinamiento, sana distancia, alejamiento de los seres queridos, todo racionalizado a los haberes y deberes del Covid-19.

Si no, al tiempo.

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