Enigmas: niña en México resolvió crimen gracias a situación paranormal en la que le apoyaron su madre y hermano
Existe un relato que circula en redes sociales, que varios lectores de esta sección me preguntaron si era real y, en efecto, se trata de un suceso verídico que ocurrió en el estado de Tamaulipas en el año de 1999.
Como suele suceder en el ámbito paranormal, a veces no hay alguna explicación lógica, y las autoridades policiales simplemente le dieron un “carpetazo” a la investigación y más porque, en lo que cabe, un crimen fue resuelto.
Según el relato, en el 2001 una familia acababa de mudarse a una nueva casa cerca del bosque, en Altamira; era un predio más grande, en un pueblecito tranquilo, los niños tienen sitio para jugar y los padres están tranquilos.
Todos estaban muy a gusto en su nuevo hogar. El padre trabajaba y debía ausentarse de casa una semana de cada dos por motivos laborales.
Una noche, mientras la madre leía en el salón, el hijo mayor no estaba en casa, pero la hija más pequeña ya dormía. Cuando Carlos, el hijo mayor, volvió a casa, le comentó a su madre algo que le tenía preocupado desde hace días. Y es que llevaba días observando a Catalina, su hermana pequeña, mientras dormía y ésta actuaba de forma extraña por la noche desde que se habían mudado al nuevo hogar.
La pequeña hablaba durante su sueño y estaba muy agitada y nerviosa. Su madre no había observado nada, pero dijo que empezaría a hacerlo a partir de ese momento. Cuando Carlos se marchaba a la cama, pasó delante de la habitación de su hermana para echar una ojeada, y la vio sentada en la ventana mirando fuera.
Enseguida bajó a advertir a su madre. Subieron los dos y, al verla, su madre pensó que probablemente la niña era sonámbula. La volvió a poner en la cama.
Pero la historia se repitió noche tras noche y la pequeña niña llegaba incluso a salir de la casa para jugar en la parte trasera del predio, en el patio.
Extraños agujeros
La madre cada vez estaba más inquieta a causa del comportamiento de su hija y decidió hablarlo con su marido a su vuelta. Ambos propusieron llevarla al psicólogo y que la tratase. Pero la niña continuaba yendo al patio trasero, a intentar hacer en el suelo agujeros con su pala. Cavaba, cavaba…siempre cavaba. Y siempre en el mismo sitio. Los padres llegaron a preguntarle a la chiquilla dormida por qué hacía eso.
La niña respondía que “alguien” le pedía ayuda. Tras varias semanas viendo a su hija cavar diciendo que oía que la llamaban voces pidiendo ayuda, la familia no pudo más y decidieron cavar ellos en el punto donde escarbaba la menor. Cavaban más y más profundo, intentando encontrar una solución… y la encontraron: en el punto donde la niña cavaba hallaron la respuesta al por qué Catalina actuaba así.
¡Encontraron un esqueleto!
Escandalizados, llamaron a profesionales para hacer una búsqueda y supieron que hacía dos años atrás desapareció una niña en el pueblo. La buscaron durante mucho tiempo, pero nunca la encontraron. De una sola vez se habían resuelto ambas interrogantes.
Con el paso de los años, Catalina creció y se volvió una adolescente; ella comentó que recordaba aquel extraño suceso, y decía que era una niña que la visitaba y le pedía, casi le suplicaba, que fuera a ese sitio a cavar.
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