Enigmas: Alma en pena “olvidada” en la carretera Mérida-Tixkokob

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Enigmas: detrás del nicho de la carretera Mérida-Tixkokob está la dramática historia de Mario

Por Jorge Moreno
Ya hemos hablado en ocasiones anteriores de los nichos que se encuentran esparcidos a lo largo de todas las carreteras de Yucatán, y hoy les presentamos un caso inédito sobre uno de estos pequeños monumentos construidos en memoria de quienes fallecieron trágicamente en esos lugares.

Y es que los nichos se ubican desde la carretera más pequeña y humilde que va hacia alguna comisaría de algún municipio, hasta en las autopistas federales más modernas y transitadas como podrían ser el Anillo Periférico de Mérida o las carreteras a Campeche, Chetumal, Cancún e incluso la autopista de cuota que va hacia este último destino.

Pues bien, en la carretera Mérida-Tixkokob, a unos cuantos kilómetros del Periférico oriente, se encuentra un nicho que, por su aspecto físico, ha de tener lo menos unos 40 años, ya que su deterioro es evidente. Personalmente lo había visto en varias ocasiones, pues por algún motivo me llamaba la atención su apariencia, pero fue hasta hace 15 días en que me enteré, casi de forma casual, de su origen y de en memoria de quién se construyó.

Se trata de una familia que vive en San Pedro Nohpat (Kanasin), la que me platicó el origen de ese nicho, el cual tiene nombre y apellido: Mario Ucán.

La historia de Mario

Ese era el nombre del infortunado indigente que hace poco más de 30 años caminaba por ese tramo carretero cuando, de pronto, fue embestido por un auto “fantasma”; y no, no me refiero a un “auto del más allá”, sino a un irresponsable conductor que tras “levantar” a estar persona, huyó, dejándolo herido de muerte.

Según me platicaron, Mario Ucán era un contador que laboró por varios años en el Banrural, pero al perder su trabajo empezó a atrofiarse su cerebro, y por momentos se portaba como niño, otras veces violento e, incuso, a la media noche podía salir de su casa con rumbo desconocido.

Por desgracia su esposa (no tenía hijos) no soportó esta situación y simplemente lo abandonó; Mario se quedó completamente solo y sin nadie que lo cuidara, pues no tenía familia (sus papás y su único hermano ya habían muerto, y sus tíos radicaban al parecer en la Ciudad de México).

A partir de ese momento se volvió un indigente, pues dormía en la calle y comía lo que encontraba en la basura o de la comida que le daban en ocasiones sus vecinos, quienes, conmovidos por la situación, trataban de medio ayudarlo.

Había ocasiones en que Mario daba largas caminatas, principalmente por el oriente de la ciudad (vivía en Pacabtun), y en otras ocasiones agarraba la carretera a Tixkokob y llegaba a las comisarías que se ubican antes de llegar a Tixpéual.

Su final

Por desgracia, una noche fue embestido y la muerte culminó con su triste historia de tres años en la indigencia; fue enterrado en una fosa común y fue hasta un año después cuando unos conocidos de él se enteraron de su triste final; y, por consiguiente, decidieron hacerle un nicho en su memoria. Su mejor amigo de su infancia era albañil y fue por ello que, al enterarse de todo (por los vecinos), personalmente lo construyó.

Curiosamente, durante el primer año de su muerte se dieron varios reportes paranormales en esa carretera, de acuerdo a las crónicas de la época y de testimonios de traileros y personas que transitaban con frecuencia en ese sitio.

Casualidad o no, a raíz de que le hicieron su nicho, las cosas se tranquilizaron, quizás era lo último que necesitaba para ya descansar en paz; cuando usted amigo lector pase frente a un nicho en alguna carretera, le sugiero que piense por un minuto en
ese difunto y en toda la tristeza que propició su muerte, más allá del aspecto paranormal.

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