Enigmas: No era para nada un «amigo imaginario»

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Por Jorge Moreno
Cuando los niños dicen que tienen “amigos imaginarios” hay que poner atención, pues en al menos la mitad de los casos se trata en realidad de almas en pena que están pidiendo ayuda o que simplemente se acercan a los infantes porque estos los pueden ver o percibir.

Eso le ocurrió precisamente a don José Hernández Soto, vecino de la ciudad de Mérida y quien actualmente tiene 43 años de edad.

“Yo tuve una vivencia impactante hace unos 30 años, cuando vivía en el rumbo del Chembech con mis papás; en ese entonces era yo un niño de 11 ó 12 años, tenía tres hermanas, las cuales eran mayores que yo y mi hermanito, a quien le llevo cinco años.

“Recuerdo que una noche a eso de las 2 de la mañana más o menos, mi hermanito se despertaba llorando y como su hamaca estaba junto a la mía, yo trataba de tranquilizarlo para que siguiera durmiendo, pues suponía que tenía pesadillas.

“Sin embargo, durante el día me decía tanto a mí como a mis papás que lloraba porque no le gustaba que se acercara el niño de ‘cara negra y quemada’, pero en ese entonces yo no entendí nada, aunque sí recuerdo que mis papás se miraron nerviosamente y a los pocos días se hizo una misa en la casa con el Padre que en ese entonces oficiaba en la iglesia de La Mejorada, ya que mi abuela se llevaba bien con el sacerdote.

La historia detrás

“En ese entonces no le di mucha importancia al asunto, aparte de que no me dijeron nada mis papás, pero cuando cumplí 17 unos vecinos de la casa estaban en una reunión por el cumpleaños de uno de los cuates y no sé como salió a la plática de unos niños quemados.

“Según contaron, en los años setentas, un niño de 10 años murió junto con su hermana de 12 (la cual era paralítica) cuando jugando con unas velas se prendió fuego a unas cajas, lo que incendió rápidamente toda la casa y por desgracia ambos menores murieron.

“En esa reunión estaba mi hermanito, quien ya tenía 12 años y el estaba muy interesado en la historia; de pronto le dice a una de las señoras que lo contaban que si ese niño que murió usaba lentes, por lo que la señora sorprendida le dijo que sí, que cómo lo sabía, pero mi hermanito se quedó callado.

“La señora, quien vivió la tragedia por ser vecina de los papás de los niños muertos, dice que la familia era muy humilde y tras las muertes se fueron a vivir a otro sitio, ya que al parecer la casa no era propia sino rentada.

“Cuando llegamos a la casa, mi hermanito me dijo que comentó lo de los lentes porque cuando lloraba por las noches años atrás, era porque ese niño quemado se le acercaba y le decía que le dolía el cuerpo; ahí recordé que tenía razón, cuando tenía cinco años decía que veía a un niño quemado.

“Le preguntamos a mis papás y estos, ya con más confianza debido a todo el tiempo que había transcurrido nos dijeron que llevaron al Padre para que bendiga la casa e hiciera que las almas en pena de esos niños descansen en paz, ya que cuando pasó la tragedia, sacaron los cuerpecitos y los velaron ni más ni menos que ¡en mi casa! Claro que en ese entonces nosotros aún no nos pasábamos a vivir ahí.

“Yo creo que el alma en pena de ese niño no descansaba y por eso se le manifestó a mi hermanito, y aunque ya pasó mucho de eso, hasta la fecha lo recordamos en las reuniones familiares, es algo que creo que nunca olvidaré”, finalizó.

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