Por Jorge Moreno
Hoy les presentamos un caso que para muchos puede parecer una leyenda, sin embargo, está documentado en la prensa de los años setentas y parte de sucesos verídicos, ocurrió en una vecindad ubicada cerca del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Nos la relató hace unos días el joven Mauro Oramas García, oriundo de la capital del país pero que desde hace varios años radica en Mérida junto con sus papás:
“Me gustaría que publicaran mi relato en De Peso pues es una de mis historias de espanto favoritas, de hecho cuando recién llegué a Mérida y entré a estudiar a la secundaria, gané un premio en mi salón en un concurso de contar historias paranormales”, comentó.
La historia es la siguiente:
Cuenta esta leyenda que en algún lugar de México, en la noche que va del primero al dos de noviembre, un niño vagaba muy tarde por entre las casas del vecindario pidiendo dulces. Un vecino, alarmado por la presencia del niño en un sitio no muy seguro y
acercándose la madrugada, le dijo desde su ventana que se fuera a su casa. Pero el niño insistió: “Necesito dulces para llevárselos a mi amigo, que está allá, en su casa, y no puede salir”.
El hombre miró en dirección a la mano del niño, que señalaba una casa cercana, y le dijo: “No digas tonterías, esa casa ha estado abandonada por años”. El niño, sin embargo, insistía y afirmaba que debía regresar con dulces para su amigo, ya que éste estaba impedido de traspasar la puerta.
Finalmente, queriendo demostrarle al pequeño que sufría de un exceso de imaginación, el hombre salió a la calle y se ofreció a acompañarlo hasta la casa en cuestión.
Algo emergió de la oscuridad
Al llegar, el hombre notó una atmósfera extraña, como si la casa, que había estado deshabitada por años, albergara ahora alguna presencia.
El niño señaló una pesada puerta de hierro con barrotes. No había nadie. El hombre se acercó para mostrarle que estaban solos, cuando
de pronto, en la oscuridad, emergió la figura, pálida y casi transparente, de un niño de corta edad con la mano extendida, como en espera de recibir un regalo. El hombre casi muere del susto. Regresó corriendo a su casa, cerró la puerta y pasó el resto de la noche temblando.
La terrible historia de Miguel
A la mañana siguiente fue a contar lo sucedido a una mujer anciana, que en el pueblo era considerada experta en cuestiones esotéricas.
Sin inmutarse, comentó: “De modo que Miguelito ha vuelto”. Y relató al hombre la historia: “Hacía muchos años una mujer había dado a luz a un niño fuera del matrimonio. El muchacho que había traicionado su afecto, había huido lejos del pueblo y los esfuerzos por encontrarlo para obligarlo a tomar responsabilidad por lo ocurrido habían sido en vano.
El padre de la joven no quería que su hija fuera la burla de la sociedad, de modo que ocultó al recién nacido, al que llamaron Miguel, en una habitación en el fondo de la casa y prohibió a la familia que revelara el secreto.
El niño creció allí, cuidado por su madre, pero solitario. A los pocos años, la joven enfermó y murió; algunos dicen que se trató de un suicidio.
Su padre, abuelo de Miguel, enloqueció de dolor y huyó con el resto de la familia, abandonando la posesión de la casa. Sin embargo, por increíble y cruel que parezca, dejaron solo a Miguel, que no tendría más que unos cinco o seis años.
Desde el fondo de la casa nadie escuchó sus pedidos de auxilio y es posible que haya muerto lentamente de hambre. Su fantasma habita ahora la casa.”, agregó la anciana mujer, y se aparece a los niños del vecindario que se acercan para pedirles algo de comida, que en vida le fuera negada.
Se hace visible durante la festividad del Día de los Muertos, bien porque su muerte coincidió con la fecha o porque la abundancia de comida y alegría atraen a su pobre espíritu.
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