Por Jorge Moreno
Se cuenta que desde hace más de cinco siglos, eran muy conocidas en la tierra del Mayab las historias del “pájaro malo” o “cuervo”, el cual se consideraba un ave traicionera. Su origen, afirman antiguos mayas, quienes han escuchado esta leyenda de generación en generación a través de sus ancestros, data de un vez en que el hombre, en su contacto permanente con la naturaleza, quiso “asociarse” con este pájaro para un bien común.
Se supone que en ese entonces algunos mayas habían recibido el don de sus dioses de poder comunicarse con varios animales, y entonces, uno de estos trató de proponerle al cuervo el siguiente trato: “Animal de dios, te propongo que nos ayudes en las cosechas,
con tu ligereza y tu don de poder volar te pedimos que te metas monte adentro y cheques si las cosechas del maíz ya están listas y que nos avises para no dar la vuelta en vano; nosotros a veces tardamos días en ir hasta ahí y muchas veces nuestro viaje es en
vano”, dijo el campesino maya.
Y agregó: “A cambio, te prometemos que nunca te faltara comida, te curaremos cuando tengas alguna herida y protegeremos tus nidos de los depredadores para que tu especie no se extinga: El pájaro negro, casi sin pensarlo le dijo que sí, que aceptaba el trato, por lo que con alegría, el hombre fue con los suyos y les dijo que ya tenían un nuevo aliado y que ya no tendrían que preocuparse por las cosechas y así podrían dedicar un poco más de tiempo a sus familias.
Contentos prepararon la próxima cosecha y un par de meses después, le avisaron al cuervo que ya podían empezar a vigilar la maduración perfecta y que les avisara.
Un grupo de cuervos escuchó atento y dijo que sí, que les avisarían en cuanto estuvieran listas las cosechas, sólo les dijeron que por favor les digan los sitios exactos de todas la siembra.
Pasaron los días y estos fueron los más felices para esa tribu maya, pues los hombres tenían tiempo de dedicarse a otras cosas y de permanecer más tiempo con sus esposas e hijos, pero de pronto pasa una semana más, y otra y la preocupación empezó a cundir.
El desencanto
Un día, desesperados porque consideraban que ya se había cumplido el tiempo de la cosecha, decidieron ir a ver qué pasaba y cuando llegaron hasta donde estaban sus siembras, con estupefacción descubren que ya no había nada, es decir, las aves se habían comido todo el maíz.
Indignados y contrariados no podían creer que los cuervos los habían traicionado, y decidieron tomar venganza.
Juntaron a todos los guerreros, y fueron hasta donde están los nidos de los cuervos, agarraron a todas las crías y a los huevos, y los metieron a un pozo para después taparlo.
Se dice que fueron tantas crías y huevos que estos casi llegaban al brocal, el cual fue tapado de inmediato y sellado.
A partir de ese momento hubo un rompimiento total con estos “pájaros negros” e incluso estaba prohibido que se les mencionaran. Ese pozo jamás fue abierto de nuevo.
Reaparición
Pasaron los años, y en otra población cercana, una niña que iba con su mamá a buscar agua del pozo se dio cuenta que dentro de la cubeta había un cuervo, completamente mojado y agonizante, y después otro salió volando…
En un instante empezaron a salir decenas de cuervos y de pronto desaparecieron en pleno vuelo. Nadie sabía el motivo; los antiguos dicen que se trataba de aquellas crías de cuervos que la tribu vecina había castigado varios años atrás.
Hasta la fecha, todavía hay una que otra persona que cuando va a buscar agua en el pozo, lo hace con mucho cuidado, pues cree que en el momento menos pensado puede salir un cuervo de allí. Y además, como dato adicional, se dice que los cuervos vigilan los cortejos fúnebres que llegan a los panteones, y guía los espíritus hacia su eterno descanso.
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(Fotos de contexto: redes)
