Enigmas: la extraordinaria historia de Timy en el panteón de Belén

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Enigmas: el extraordinario encuentro paranormal entre Timy y Nachito, un niño muerto

Por Jorge Moreno
Hace algunos años, les presenté en esta sección la historia de una de las tumbas más famosas del panteón de Belén, la historia de “Nachito”.

Hoy les presento un suceso también relacionado con este niño fantasma, pero poco conocido: Marcos, un señor de 40 años se había quedado viudo hacía poco tiempo, su esposa padeció hepatitis B, y esto fue la causa de que se quedara solo con su pequeño hijo de 6 años, Timothy. Los dos estuvieron residiendo en Monterrey durante unos meses, pero con el paso de los meses no se sentían cómodos en aquella casa donde falleciera la mamá del niño, pues ella era un pilar fundamental en la familia para todos.

El pequeño Timy era un niño muy cariñoso y desarrolló un sentimiento de ayuda hacia los demás muy grande, pues debido a la muerte de su madre comprendió que se pueden evitar los problemas si se asistían con antelación. Llegadas las vacaciones de Navidad, Marcos decidió vender su casa e irse a vivir con su pequeño niño a Jalisco, un lugar que conocía muy bien desde pequeño, y que le gustaba
muchísimo por su gran belleza.

Pronto llegaron a su destino, encontraron una vivienda aceptable para aposentarse y seguir con la vida por muy dura que pudiese parecer. Su nueva casa se situaba en frente del panteón de Belén, un lugar muy visitado y popular entre las personas del país y los turistas que se acercaban a la zona para ver de cerca lastumbas del siglo XIX tan bien conservadas.

Una vez ya aposentados y con todas sus pertenencias colocadas en sus respectivos sitios, Marcos y Timy salieron de la casa a pasear
aprovechando un día frío, pero soleado, pasaron por delante del panteón y decidieron entrar, ya que el padre quería mostrarle al hijo la hermosa zona que incluía el cementerio.

Al principio, el niño estaba bastante asustado, ver tanta lápida le causaba un pequeño temor al pensar que en el interior de cada una se encontraba un cadáver. Después de un buen rato caminando, el pequeño se encontraba ya más tranquilo, había vecinos de la zona colocando flores en las tumbas de sus “Nachito” seres queridos, algún que otro animal solitario y un ambiente ya no tan cargado como en un inicio.

Pasada una hora luego de entrar en el panteón, padre e hijo llegaron al lado de una pequeña tumba que se encontraba con un ataúd de piedra en su exterior, un sepulcro que parecía ser de un niño, estaba lleno de juguetes y flores, algunos parecían recientes y otros
mucho más antiguos.

Al ver esto, Timy se acercó rápidamente a la sepultura, allí pudo leer el nombre “Ignacio Torres Altamirano”, un niño que falleció en 1882 a una corta edad. Marcos pudo observar el interés de su hijo en la tumba del fallecido crío, vio cómo Timy agarraba uno de los juguetes y se lo metía en el bolsillo; entonces, obligó a su hijo a dejarlo en su sitio, ya que no es bueno robarle las cosas a un muerto, y el niño inmediatamente obedeció sin chistar.

Después de un rato ambos se fueron a su nuevo hogar, la noche se acercaba, casi era hora de cenar y ya se encontraban hambrientos.

La pelota se le fue al panteón

Al día siguiente, Marcos se encontraba bastante enfermo, apenas tenía fuerzas y sentía un dolor intenso en el pecho, por ello decidió que su hijo saliese a la calle solo a jugar sin alejarse demasiado. Timy estuvo jugando durante la tarde
en frente de la vivienda, tenía su vieja pelota de fútbol para pasar el rato y así no aburrirse, hasta que en un momento dado pateó la pelota tan fuerte que terminó sobrepasando la muralla del panteón.

Al ver esto, el niño decidió ir corriendo al interior del cementerio a encontrar y recoger su pelota; era la última que le quedaba y supapá no podía permitirse pagar más. Entonces, Tim corrió velozmente hasta llegar cerca de unas tumbas donde creía que estaría su balón, pero no estaba allí.

Pasados unos minutos, el pequeño seguía sin encontrar su pelota, y de pronto recordó que en la tumba de aquel niño había alguna más, por lo que decidió ir a cogerle prestada una. Rápido llegó a la sepultura rodeada de juguetes, para su sorpresa allí mismo estaba su balón, al lado de los juguetes del difunto, lo pudo distinguir gracias a un parche azul que su papá le había colocado hacía tiempo
atrás. Timy estaba extrañado, no entendía cómo su pelota había llegado hasta ese lugar, pues no la había lanzado con tanta fuerza; seguidamente, agarró su preciado juguete pensando que el espíritu del niño muerto se lo había robado, y así decidió llevarse un pequeño coche que estaba allí colocado y que no le pertenecía.

Una vez que llegó a su casa, ya con el cochecito de juguete escondido en sus bolsillos, el párvulo le informó a su padre que había encontrado la pelota en el cementerio y que ahora ya estaba a salvo de nuevo con él.

Timy se dirigió a su habitación después de cenar, estaba ansioso por jugar con el cochecito que había robado en la tumba del pequeño Ignacio, jugó durante una hora con su nueva posesión hasta que se cansó y lo dejó encima de su mesita de noche, luego procedió aacostarse y rápidamente se durmió.

Se movía solo

Llegadas las 03:00 de la madrugada un sonido despertó al niño, el ruido se parecía al del coche de juguete siendo arrastrado por el suelo, y así era. Tim se levantó con precaución sin dejar de mirar a la oscuridad, vio que el juguete se estaba moviendo sólo por el suelo de su cuarto, tomó la decisión de recogerlo para dejarlo en su lugar de nuevo, pero algo no se lo permitió.

En el momento en el que tocó el cochecito una sombra lo sorprendió, tenía en frente de él lo que parecía un niño, un pequeño crío de su edad muy pálido con los ojos completamente negros.

Por alguna razón esto no le dio miedo, pasó un mes y casi todas las noches jugaban juntos, hasta que un día sin más, dejó de ver al pequeño ser del más allá.

Timy creció, se volvió adolescente, adulto y olvidó estos sucesos; de hecho, se fue a radicar a Tijuana y hasta que se casó, fue que vio un reportaje en la televisión con la historia de “Nachito”, pues no sabía que su caso era tan famoso, y al ver una foto del menor en vida, de inmediato lo recordó y supo que en efecto, era con el alma en pena de este niño con quien jugó en sus años de infancia.

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