Enigmas: El fantasma de la Miraflores

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Rollo: Jorge Moreno

Cuando yo era un niño, se decía que en el fraccionamiento Miraflores de esta ciudad murió un joven en un incendio dentro de su propia habitación. Se afirmaba que el pobre muchacho padecía de sus facultades mentales y la familia lo mantenía encerrado en ese sitio, ya que les daba pena que lo vieran, y cada vez que salían lo encerraban bajo llave.

Por ese motivo, un día que salió la familia el joven prendió un encendedor y se incendió todo el cuarto, falleciendo sin que nadie pudiera ayudarlo. Poco tiempo después, quizás por el remordimiento, abandonaron la casa y ésta quedó vacía por años; cuando pasaba por ahí, se decía que se escuchaban los gritos del alma en pena del joven y a muchos les daba miedo.

Cuando pasaron los años y crecí, me enteré que gran parte de esta historia sí fue real (ya que por un momento pensé que a lo mejor mis compañeros de infancia sólo lo contaban para dar miedo), es decir, el accidente sí ocurrió y si se rumoraba que el sitio estaba embrujado.

Con el paso del tiempo una nueva familia compró la casa, la remodeló y, pues no se sabe si al día de hoy continúan escuchando los lamentos del “ser fantasmal”.

Todo esto me vino a la memoria cuando seleccioné el tema que les presentamos el día de hoy, el cual, guardadas las debidas proporciones, es de cierta manera similar:

Se dice que desde 1800 hasta 1920 las personas de alta sociedad tenían la extraña costumbre de esconder a sus hijos si presentaban alguna deformidad o si sufrían de un trastorno psicológico. Para estos casos, se construía una habitación escondida en la casa de la familia que tuviese ese “problema”. Dicha habitación debería estar suficientemente alejada de las áreas comunes de las casas para evitar que los invitados ocasionales pudieran darse cuenta del inquilino indeseado.

Cuenta la historia que una familia adinerada, de apellido Hanson y que habitaba en un alejado bosque de Nueva Inglaterra, contaba con una habitación así en su mansión. El caso es que no sólo era un hijo enfermo a quien encerraron en ese lugar, sino que se trataba de seis hermanos. Dos mujercitas y cuatro varones, puesto que el matrimonio tenía parentesco de sangre y esto propició la extraña mutación de la descendencia, que consistía en deformación estética y locura.

Afortunadamente lograron tener tres hijas sanas, que al crecer se casaron y dejaron la casa paterna para formar sus propias familias; yéndose a vivir en otras ciudades; dejando a sus ancianos padres a cargo del cuidado de los seis hermanos enfermos.

Pasado algún tiempo, el instinto de los varones causó el embarazo de las dos hermanas, que dieron a luz casi al mismo tiempo. Los padres no sabían cuál de los hermanos era el responsable de los embarazos, pero como era de esperar; los niños nacieron con serios daños físicos. El padre castigó brutalmente a los hijos varones y éstos se revelaron en su contra, asesinándolo y devorando sus restos. Cuando la anciana madre fue en busca de su esposo, se encontró con la misma suerte.

Los hermanos liberaron a sus hermanas y a los pequeños recién nacidos, alimentándolos con los restos de su madre. Cuando ya no hubo más qué comer en la mansión, los varones decidieron salir a buscar alimento y fue así como inició una serie de asesinatos que las autoridades no lograban descifrar.

El caso es que los hermanos dementes mataron más de un centenar de personas, entre los que se contaban hombres, mujeres y niños; sin importar su estatus social. La ola de violencia duró más de dos años, pero cuando una mujer de alto nivel social desapareció de su jardín por la tarde, hubo testigos que observaron a los cuatro hombres que la golpearon hasta matarla y, posteriormente, se llevaron el cuerpo.

Los siguieron y fue así como resolvieron los crímenes, pues en la casa encontraron más de un centenar de osamentas y restos humanos, además de ropa ensangrentada que perteneció a las víctimas. Los integrantes de la familia fueron trasladados a un hospital psiquiátrico y recluidos por el resto de su vida. Las hermanas de los asesinos jamás se presentaron y la mansión familiar quedó en el abandono.

Lo más curioso, es que a partir de ese momento, por décadas se empezó a decir que la casona estaba embrujada, ya que afirmaban escuchar gritos y lamentos; se decía que se trataba de todas las almas en penas que murieron ahí, e incluso las propias autoridades mandaron a hacer al menos tres exorcismos a petición de la comunidad.

 

 

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