El pasado jueves se vivió en Kinchil una escena tan triste que quizás sería mejor que se quedara en el olvido.
Resulta que una noche antes don Chelín perdió a su hermano mayor, Gregorio Chac, (a) «Yuri» por causas naturales, en el predio donde ambos vivían, por la calle 18.
Chelín recibió algunos pésames de «amigos» y vecinos esa misma jornada por la irreparable pérdida de su hermano, a quien en sus últimos años estuvo cuidando lo mejor que podía.
Así llego el jueves por la tarde, el servicio funerario emprendió la marcha para darle cristiana sepultura a Gregorio, pero los asistentes a tan penoso evento se contaban con los dedos de una mano.
Chelín, con una veladora en cada mano y con el alma hecha pedazos comenzó a caminar con la mirada pérdida, como preguntándose en esos instantes ¿Y los amigos de parranda o familia, dónde acabaron?
Y así fue el recorrido, casi en solitario, cuadras y más cuadras rumbo al camposanto general.
En medio de un silencio profundo, los empleados de la funeraria acompañaron a Chelín para darle el último adiós a su hermano mayor, con un duro nudo en la garganta. Ahí también estuvo la única rezadora, doña Dulce, dando sus últimas plegarias. Y nadie más.
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