Como si fuera ayer: unas vacaciones abarrotadas

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Rollo: Celia V. Franco C.
Como hace mucho tiempo no lo hacía, este fin de semana tuve la oportunidad de pasar unos días en la playa, mi intención era desestresarme con la familia, descansar y por supuesto disfrutar del hermoso mar que tenemos en la costa yucateca ¡vaya contrariedad!

Hace unos años tuvimos la oportunidad de hacernos de una propiedad en Telchac Puerto, ¡chulada de municipio!, como lo son la gran mayoría, y cada vez que hay la oportunidad corremos a pasar el fin de semana, colgar la hamaca para patear pared mientras las palmeras adornan nuestra ventana.

No es una casa lujosa, ni siquiera la hemos terminado de arreglar, pero los planes nos mantienen ilusionadas, ese es nuestro espacio, ahora familiar… en unos años de retiro.

La cosa es que desde tiempo atrás hemos llegado al mismo puerto, mi madre logró utilizar su crédito Infonavit para comprarse una casita y un par de años después de jubilarse agarró unas cuantas cositas y se fue a vivir a su casa de la playa, de eso hace ya 17 años.

Hace unos 20 años, Telchac era un municipio pequeño, pero con mucha vida, sobre todo en las temporadas vacacionales, pero unos 5 años después, las cosas cambiaron, incluso durante varias temporadas se volvió un puerto casi desierto aún para las vacaciones.

Lo que lo hacía muy atractivo para quienes gustan de disfrutar de la naturaleza y la convivencia cercana, ya sea con su familia o con sus amigos, la playa cristalina y las pequeñas fonditas en donde se puede disfrutar de unos ricos antojitos lo hacen un lugar perfecto.

Pero… como todo, las cosas han vuelto a girar y desde el año pasado, para las “temporadas” el puerto se abarrota, han proliferado los hotelitos, sencillos pero limpios y muy “cukis”, con todas las comodidades y a precios accesibles; ya no es más un lugar silencioso y de reposo.

Sin embargo, el fin de semana pasado llegó tanta gente que las tiendas se quedaron sin hielo, sólo por citar un ejemplo, las pequeñas calles se volvieron un caos y la playa se volvió un gran centro de diversión.

Miles de personas llegaron hasta esa parte de la costa yucateca, desde el viernes y se quedaron sábado y domingo, para pasar un rato a todo dar con sus familias y amigos, refrescarse en el mar y broncearse tendidos sobre una toalla, mientras los chamacos corrían y jugaban con la arena.

Casi todas las casas veraniegas se volvieron a abrir, quienes hace 20 años disfrutaban del puerto siendo unos adolescentes o jóvenes, ahora regresan siendo padres y buscan que sus pequeños tengan experiencias y recuerdos que les duren toda la vida.

Esto también es una oportunidad para que el Ayuntamiento promueva actividades que los visitantes y vecinos disfruten, pero sobre todo para demostrar que pueden cumplir como autoridades.

La recolección de basura, mantener los espacios públicos limpios, las vialidades fluidas, la seguridad y la sana convivencia, son sólo algunas cosas a las que deben de poner mucha atención, pues la presencia de más gente sin duda deja una derrama económica para quienes viven ahí, pero también significa un reto.

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