Un indigente adorador de Baco bebió sus últimos tragos con sus cuates; después partió a mejor vida.
Redacción/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- Un indigente que le encantaba echarse sus sabrosos tragos con otros teporochitos de por el rumbo del barrio de Santa Ana, felpó ayer en la noche cuando, de pronto, se recostó para, aparentemente, dormir la “mona”.
Aunque todavía permanece en calidad de desconocido, el ahora fiambre era conocido en dicho barrio, en el mero Centro Histórico de Mérida, por la banda.
Acudía a tomarse los tragos y no molestaba a nadie. Ayer, estaba haciendo lo acostumbrado con sus cuates y, de pronto, se recostó. Los demás pensaron que estaba durmiendo pero nanay, ya estaba bien frijol.
Sus cuates se fueron del sitio porque pensaron que, en efecto, estaba roncando. Unos vendedores que pasaron por el sitio se dieron cuenta de que el sujeto ya estaba saludando a Pedro Infante debido a un infarto fulminante.
Ni modo. Murió chupando. Al menos se fue feliz.
