Couopina: desafíos cotidianos

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Rollo: F. Salvador Couoh Jiménez
Hay un extraño ambiente propiciado por citadinos. Los omisos de advertencias para guardar cuidados en su andar cotidiano, seguramente para asegurar la pitanza y porque no, para recuperar espacios de convivencia, rompen toda medida para cuidar su vida y la ajena ante la agresividad del C-19.

El desafío insensato —quizás justificado– resulta sobresaliente; todavía más inexplicable cuando el llamado de las autoridades de los tres órdenes de gobierno es constante, incluso apabullante, pues la cantaleta de practicar “la sana distancia”, circula por todos los medios impresos y electrónicos. Por difusión en redes sociales, no hay mientes y la pregunta de sentido común: ¿Por qué el desafío y el desapego a las mínimas normas de sobrevivencia?

El C-19 no perdona, ese no es su talante ni su oficio. El esbirro de Tánatos cada día se desplaza a máxima velocidad por ciudades, pueblos y caseríos; como el moho pasa por cualquier filtro, por cerrados que se presuman y blindados se manifiesten.

Preguntas van y vienen; respuestas cafeteadas se escuchan. Muchas alentadas y acunadas por diversos medios de comunicación e información, cuyos locutores dejan correr por las comisuras de los labios la magenta hiel. Se cuestiona irracionalmente las emisiones dictadas por la autoridad cuya disposición es mitigar, si no acabar con el mortal virus. Inclusive, hay un ente radiofónico, en cadena nacional;cuyo locutor con un dejo de algarabía necrofílica desgrana día a día el número de caídos en la inútil batalla emprendida por los mortales contra el engendro demoníaco Covid-19.

Las olas van y vienen. Los contagios sólo vienen, cada vez más agresivos. Se posicionan de todos los imaginarios de la sociedad yucateca. Sin embargo, Eliodoro Canché y Chávez –pintoresco filósofo de lo cotidiano— espeta: ¿Por qué sólo los buenos mueren? Basta ver las esquelas y los obituarios: en todas se exponen virtudes al tutiplén.

Urge convocar a ciudadanos y autoridades de los tres órdenes de gobierno. Sí, a establecer un pacto social donde se privilegie el respeto y demás valores ciudadanos; procurando en ese sentido el cuidado a la vida propia y ajena. Invitar a los contadores de decesos, respetuosamente, a signar comedimiento en esa su necrológica tarea. Un esfuerzo de continencia verbal –muchas veces por encargo político electorero– en aras de distender el miedo, el temor que se muestran en rostros de amigos y la gente en general.

Será una buena encomienda, sin duda, establecer puentes de inteligibilidad por parte de todos los actores sociales bien nacidos. Es hora, más por la pandemia galopante, de sellar fisuras y mal entendidos confesables; reconocer, reconocernos como responsables de construir legado de paz para los herederos de la ancestral cultura en la capital yucateca; sin omitir, faltaba más, los 105 municipios que completan el Estado.

Incluyendo al presidente municipal de la tierra de Carrillo Puerto: con lenguaje escatológico aspira candidatura de su partido para un distrito electoral en 2021. Ahí el partido al que pertenece. Su hablar prosaico no ayudaría a sus conciudadanos, por cierto, reconocidos por su cultura y amantes sempiternos de los valores cívicos. Tache desde ahora. Si no, al tiempo.

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