Yucateco con discapacidad se crece a mil adversidades y estrena su propio molino

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Beto es un jovenazo de Seyé que nació, hace 22 años, con parálisis cerebral espástica, caracterizada por la imposibilidad de relajar los músculos o tenerlos rígidos. Casi no podía caminar y era discriminado en su propia comunidad.

En ese marco poco favorable creció y se desarrolló Edwin Alberto Palomo Tec, quien desde muy pequeño, desalentado por su discapacidad y por las malas amistades, se sumergió en el mundo de las drogas y el alcohol hasta que, con ayuda de su familia, sobre todo de su madre y de su abuela, decidió abandonar la vida de desenfreno que llevaba.

En su momento recibió la mejor educación que pudo obtener en esta comunidad de origen maya, distante 35 kilómetros de Mérida al centro del Estado y con una población estimada en 3 mil 500 personas, 50 por ciento maya-hablantes, según censos oficiales.

El joven que, según los médicos no iba a poder caminar ni llevar una vida “normal”, decidió demostrarles a propios y extraños que podía salir adelante en la vida. “Lo principal es que creí en mi”, dijo el joven, convencido que se puede salir de la adversidad.

Su molino

Y, hoy, 10 de abril, después de mucho tesón y esfuerzo, Beto Palomo, en quien la gente creyó poco o nada, se convirtió en empresario de la masa y la tortilla y abrió su molino, en céntricas calles de esta comunidad maya, dará empleo a dos personas y tendrá hasta servicio a domicilio.

La historia de la “redención” comenzó hace poco más de dos años cuando Beto comenzó a vender tortillas como empleado de dicho giro comercial en la localidad. A pesar de su discapacidad logró, no sólo caminar, sino también manejar una motocicleta y puso tal empeño en demostrarse así mismo que nada es imposible. No tardó en comenzar a recorrer las calles en motocicleta vendiendo el producto.

El joven comenzó a soñar y se vio así mismo como dueño de un molino; también leyó varios libros de superación personal y ello lo motivo a perseguir sus sueños.

Ni la pandemia lo detuvo

En 2020 se atravesó la pandemia del Coronavirus, lejos de desanimarse, aprovechó la adversidad convirtiéndola en oportunidad. “Muchos no podían salir a comprar sus tortillas y a mí me fue muy bien en el empleo, salía a repartir tortillas por todo el pueblo, gracias a Dios no me enfermé de Covid-19 y pude juntar algo de dinero”, explicó.

Luego de mucho batallar y a pesar de que mucha gente le decía que estaba loco al querer poner una tortillería y sin el suficiente billete, el muchacho se motivó aún más con lo que le decían y trabajo con mayor ímpetu para lograr lo que quería.

“¿Cómo que no voy a poder?, se dijo así mismo el hoy empresario y con la firme convicción de que la discapacidad está en la mente, luego de dos años de trabajo incansable, hoy Beto abrió su propio molino con mucha esperanza y confianza de que su negocio pronto crecerá más.

¿Cuánto invirtió para el molino?

“Sí, una buena lanita –declinó decir una cantidad en específico- pero ahorré lo suficiente y también tuvo el apoyo de varios familiares”, destacó.

“Hoy comienzo con la esperanza de mejorar, todas las críticas son bienvenidas, que si (la masa para tortillas) está bien cocida o no está bien cocida, eso nos va a ayudar mucho a brindar un mejor servicio”, señaló el flamante emprendedor en su negocio, abierto de par en par en las calles 25 entre 34 y 36 de la colonia San Antonio, en su querido Seyé.

Palabras de la mamá

Su madre se dijo muy orgullosa de que Beto esté emprendiendo un negocio y alcanzando sus sueños. “Es una bendición tenerlo a mi lado, no hay nada imposible, todo se puede en esta vida, me siento feliz y orgullosa; valieron la pena todos los sufrimientos y esfuerzos”, dijo doña Rosa Tec, madre del joven empresario.

La tortillería se llama “El Tío Goyo” en homenaje al abuelo de Beto y dará empleo a dos personas (por el momento), funcionará todos los días y contará con reparto a domicilio.
“¿Quién dijo que no se puede?”, sostuvo el feliz empresario que logró dominar a la adversidad y a su enfermedad de nacimiento.

Y es que Yucatán presume seguridad y combate a la delincuencia pero casi el 3 por ciento de su población (unas 48 mil personas), según la encuesta del INEGI de 2010, padecen de algún tipo de discapacidad, superior al menos por un punto porcentual a la media nacional.

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