Pecho a pechito: mucho loco “rápido y furioso”

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Rollo: El Boffas
Casi nunca escribo en primera persona pero, en esta ocasión, creo que debo hacerlo por determinadas experiencias que suelen vivirse en las noches, una vez que acabas la chamba y decides irte a equis lugar, desde la casa propia hasta la “casa chica”.

Y es que no hay noche –el trabajo de “chismoso profesional” es dilatado- que, dentro del carro, no se observen cosas por demás sorprendentes como, por ejemplo, sujetos que al volante de sus respectivas naves, lleguen a la esquina, se detengan por el semáforo en luz ROJA pero antes de que cambie a VERDE, salen disparados como si el “topo ya les estaba besando la trusa”.

Aparte, los escasos policías que rondan por las calles del Centro Histórico de Mérida: 56 x 61 y 63; 56 x 61 y 59; 59 por 54 (mera esquina) y así por el estilo, contemplan pasivamente los incidentes cuando, por lo general, están echándose sus buenos “dogos” con el perrero de la esquina. Claro, ojalá no sean de los “perritos” con su salsa de mota, como se descubrió la semana pasada por el rumbo de la calle 65 por 56 y 58, cuando un ‘malix’ entrenado olfateó un peculiar aroma dentro de un carro de venta de dichos productos. “Perro no come perro… pero sí que lo huele”, dirían por allí.

De todas maneras, el asunto es para tomarse en cuenta. Numerosos conductores, en las noches, hacen toda una faramalla con sus poderosos vehículos y arrancan como si les hubieran dado el pitazo de que “sancho” está consolando a la pobrecita y abnegada ama de casa.

La noche del sábado, poco antes de 12, un sujeto –quizá en estado de ebriedad; sus ojitos brillaban muy pispiretos- plantó su carro en la mera esquina de la calle 56 por 61 y con todo y luz ROJA de semáforo, le valió mother y dio la vuelta a gran velocidad sobre la 61. De hecho, por lo menos un conductor que jalaba por la 61, con preferencia por la indicación, tuvo que frenar porque, de lo contrario ¡crash!

Y el asunto no paró allí. Siempre sobre la 56 pero por 59, o sea, la siguiente cuadra –de sur a norte-, otro tipejo intentó hacer lo mismo: pasarse la luz ROJA por el arco del triunfo pero no le dio tiempo. Aún así, le valió gorro y tan pronto cruzaron los automotores que circulaban en VERDE por la calle 59, ejecutó su temeraria maniobra. ¿Y el policía? Bien, gracias. Platicando con una doñita cargada de carnes en la esquina del banco. Andaba amarrando el filete sin cumplir, primero, en su casa.

No estaría de más que por las noches, por lo menos un lote de polis municipales, le eche más ojo a esas céntricas calles. Hay mucho loco circulando con sus “batipuerquezas”.

Y con referencia a ello, les damos las siguientes acotaciones para que sepan “por dónde masca la iguana”. Se trata de las cifras nada agradables, pero que ocurren cuando la gente anda “rápida y furiosa”.

«Cada ciudad tiene los muertos por siniestros de tránsito que su población está dispuesta a aceptar». Con esta frase, lapidaria pero reflexiva, el experto en vialidad, René Flores Ayora, vuelve a hacer un llamado de atención, no sólo a las autoridades correspondientes, sino también a los conductores de naves para que, simplemente, le bajen a su pesada chancla y transiten a velocidad moderada.

En el Periférico de Mérida, no más de 80 kilómetros por hora, aunque se estén deshidratando por aguantarse las ganas de “cacaraquear”.

Flores Ayora, reconocido activista de los derechos humanos de los peatones y, por supuesto, de los mismos guiadores, presenta ahora una numeralia muy conservadora, elaborada por él mismo con base investigación propia, hasta el domingo 10 de marzo:

57 muertos por siniestros de tránsito, de los cuales: 22 motociclistas; 15 peatones; 9 viajeros o acompañantes; 6 ciclistas y 5 conductores.

“La luz roja está encendida desde hace muchos años y parece que en Yucatán no existen los muertos por siniestros de tránsito que son prevenibles, evitables y que tienen una causa”, sostiene el experto.

¿Cuántas muertes más se necesitan para poder actuar?, se pregunta. “La clave está en la velocidad estimados amigos tomadores de decisiones”, reafirma René Flores.

Mucho ojo: en tramos considerados peligrosos, no más de 60 u 80 kilómetros por hora. Más vale llegar tarde al pachangón que decir: “entiérrenme a este chamacón”.

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