Enigmas: si observas que suda un difunto ¡cuidado, no lo limpies!

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Enigmas: si observas que suda un difunto ¡cuidado, no lo limpies!

Rollo: Jorge Moreno
El siguiente relato es de una persona que labora en el Semefo (Servicio Médico Forense). Tenía años trabajando ahí, por lo que ir a recoger cadáveres a la misma escena del crimen o en donde ocurría un accidente ya algo era rutinario para él.

“Hace algunos años una de las unidades de traslado de cadáveres tuvo problemas y me pidieron de favor que si podía llevar a una chica que acaba de morir.

”Ella había fallecido en un accidente vehicular al manejar en estado de ebriedad, y su cuerpo pequeño había salido disparado por el parabrisas, cayendo a unos 6 metros de su carro después de haber chocado contra un poste. Se golpeó el cráneo y se arqueó tanto su cuello que sus vértebras no soportaron la presión y falleció desnucada al instante.

”Se le revisó por protocolo y no había nada qué hacer, pero esa mirada fría y quieta que tenía, perturbaba, pues al revisarla ella te devolvía la mirada, sin parpadear, sin vida, ella ya no estaba ahí, pero su cuerpo te respondía. Se le cubrió con una sábana en espera del peritaje.

”Se hicieron los trámites del papeleo y se procedió a levantar el cuerpo, se embolsó y se llevó al Semefo. La descargamos y la colocamos en la plancha. Su cuerpo, de menos de 1.50 m, se veía como una isla en medio de toda esa placa de mármol e igual de blanca. La recién fallecida tenía 17 años de edad, según se averiguó.

”Mi compañero se quedó ahí, a hacer la necropsia de ley. Preparó los instrumentos, empezó a inspeccionar el cuerpo de la adolescente, tenía algunos moretones y algunas cortadas, pues el impacto con el parabrisas le abrió la piel. Inspeccionó -como lo dice el protocolo- cada órgano con la delicadeza y el respeto que merece un muerto.

”Al momento de llegar a los pulmones, se detuvo. Algo no estaba bien. Se sentía ‘eso’ en el ambiente. Una extraña sensación que le recorría todo el cuerpo. Sus manos, la izquierda, en el pulmón de ella, y la derecha en el cuchillo de disección, estaban totalmente quietas.

”Su mirada, directo al pulmón, no quería voltear a ningún sitio pero algo no estaba bien en ese momento, sus ojos querían voltear alrededor, pero sabía que algo sucedería; con miedo, apretó el cuchillo, respiró profundo y se dio valor, volteó y no había nada malo, respiro aliviado y de nuevo hizo un corte en el pulmón para ver cómo estaba y seguir el procedimiento.

”Cuando iba a checar la laringe, la vio. Ella, con los ojos abiertos, lo vio también a él.

”Para otras personas esto podría ser aterrador, pero mi compañero, con toda la experiencia que igual tenía, se decía así mismo que eso era normal; le cerró los ojos y siguió revisando todo.

”Cuando le tocó revisar el cráneo, empezó cortando el cuero cabelludo y jaló éste hacia el frente de la cara, y ésta quedó tapada hasta la nariz. El cráneo pequeño se movía suavemente mientras trataba de fracturarlo adecuadamente.

”Cuando lo hizo, se le ocurrió mirar a la niña, ella estaba sonriendo, sonreía con los dientes expuestos levemente. No pudo seguir con el procedimiento y salió del lugar.

”Al llegar el otro médico, le comentó lo que había pasado, ambos fueron a la sala. La niña estaba ahí, sin expresión alguna.

”-No pasó nada, sólo lo imaginaste- le dijo el doctor.

”Ese otro galeno se puso los guantes y, junto con él, siguieron con el procedimiento, terminaron, y al momento de regresar el cuero cabelludo a su lugar, se dieron cuenta que la chica los estaba mirando, aunque ahora estaban parados del otro lado de la plancha.

”Sólo hubo silencio. Cerraron el cuerpo y llenaron los formularios. Al regresar a ver el cuerpo, éste… ¡sudaba!

”Cuando llegó un doctor, que era el más veterano de ahí, les dijo:

”No la limpien, no le quiten el sudor, la niña no quiere irse sola, si la limpian ustedes al rato se sentirán mal; déjenla, está buscando a quién llevarse, algún familiar vendrá y la limpiará , es mejor que sea uno de ellos para que la acompañe.

”Se quedaron callados. Más tarde llegaron sus padres a reconocer al cadáver. Ese mismo doctor fue el que les mostró el cuerpo.

”Nadie sabe qué ocurrió después de ese suceso. Se cuenta que a los pocos días su padre, quien le había limpiado el sudor, falleció, pero no hay un dato exacto que lo confirme o compruebe; sin embargo, a partir de ese momento, esta persona ya nunca más limpió el sudor de los cadáveres”.

Por cierto, si quieres ver el vídeo del caso que te presentamos en días pasados, puedes checarlo en mi canal de youtube con el nombre: “La montaña que come hombres vivos.

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