Que el vínculo de una madre y su hijo es real, fuerte y mágico lo saben todas las mamás y, además, existen evidencias médicas que avalan los beneficios del contacto de un recién nacido con su progenitora.
Y si funciona en esta dirección ¿por qué no iba a funcionar en la contraria?
Eso fue lo que pensaron las enfermeras del hospital de Concord en Carolina del Norte (Estados Unidos), luego de que Shelly Cawley, de 23 años, tras una cesárea de urgencia sufrió un trombo y, como consecuencia, entrara en coma.
Una semana después del nacimiento de su hija, la madre continuaba en coma, con respiración artificial y muy cercana a la muerte. Fue entonces cuando el personal médico del hospital decidió probar el beneficio que pudiera surgir del contacto de ambas, y no se equivocaban.
Rylan, la pequeña niña de una semana de vida, comenzó a llorar y entonces se registraron señales vitales en los aparatos que monitorizaban a Shelly.
Suponemos que subconscientemente el llanto de su hija le dio el empujón necesario a su cuerpo para seguir luchando, en cualquier caso, ese fue el comienzo de una lenta recuperación de una mamá valiente que, a día de hoy, comparte su vida con su bebé-salvadora y su marido.
(Info: Fox8/Imagen; captura de pantalla)
