Leyendas de Yucatán: la ‘procesión de las ánimas’

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La «procesión de las ánimas» es una añeja leyenda en Yucatán que habla sobre el recorrido que almas u otras energías realizan en las noches cercanas a las fechas de «Fieles Difuntos» como parte de su regreso al mundo terrenal.

Quizá alguna vez has escuchado de alguien, quien durante estas épocas de Día de Muertos, le tocó caminar por alguna calle oscura a altas horas de la noche y se ha topado con una procesión de personas, generalmente con ropas negras o blancas, las cuales llaman la atención por su forma tan particular y silenciosa de avanzar.

Generalmente son de ocho a 12 entes con velas en las manos, que deambulan rumbo a sus casas de origen y casi siempre pasan por el cementerio de la localidad donde fueron enterrados.

Pues esta leyenda, la cual se suele revivir para estas fechas en Mérida y el interior del Estado, puede tener diversas versiones.

Según lo publicado en el sitio BlogYucatán.com, antiguamente se solía pensar que estas procesiones corresponden a las ánimas o «pixanes» (sustantivo en maya) las cuales salen del cementerio para iniciar su visita al mundo de los vivos. Por eso, esta procesión suele presentarse en los días cercanos al Hanal Pixán.

Lo que se piensa es que durante estos días no es bueno caminar por calles oscuras y mucho menos a altas horas de la noche, pues el presenciar el paso de una procesión de este tipo podría tener consecuencias graves para los testigos.

Algunos aseguran que quien observa estas procesiones y posteriormente lo cuenta, posteriormente tiene días de alta fiebre y malestares corporales.

Procesión de las Ánimas en Mérida

Uno de estos casos es el del ingeniero Raúl Velázquez Carrillo, del fraccionamiento Francisco de Montejo, cuya historia se publicó para la sección «Enigmas».

Aquí un extracto de su relato:

«Recuerdo bien que un 30 de octubre (un día antes de los Finados), llegué a mi casa como de costumbre a las 7 de la noche, saludé a mi esposa e hijos, y a eso de las 11:30, antes de acostarme, recordé que había dejado olvidada una manguera para regar en el jardín, y como no teníamos barda, fui a buscarla pues la podían robar.

«Al salir, tuve una sensación extraña, como si hubiera mucho frío; entonces, de forma inconsciente salí hasta la acera y vi al final de la esquina, es decir, a unos 50 metros, a una especie de procesión de personas; estaban cerca, e incluso las conté: eran ocho personas, pero todas con capuchas negras y con veladoras.

“Se me hizo raro que a esa hora, casi la medianoche, hubiera algún rezo; de hecho, se escuchaban unos murmullos como si cantaran algo, no le di mucha importancia y entré a la casa, como media hora después se lo platiqué a mi esposa y ella sólo se persignó, y me dijo que ojalá no fuera la «Procesión de las Ánimas’.

“Al día siguiente no pude ir a trabajar, me dio una fiebre tan fuerte que tres días estuve en cama, cosa rara porque yo jamás me enfermo. Fue cuando empecé a sospechar que lo que vi sí fue una procesión espectral, ya que en los siguientes días semanas y meses medio averigüé en todo el fraccionamiento y nadie hizo ninguna procesión ni nada por el estilo».

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