Enigmas: Se armó el ‘desma’ en tumba de adorador de Satán, en Umán

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En Yucatán y en todo el país en general, los cementerios y camposantos no permiten que a los difuntos que hubieran tenido creencias “extremas” se le coloquen objetos que “atenten” contra la “moralidad” del entorno, es decir, si una persona que fallece fue satanista, no está autorizado que coloquen una imagen del demonio o algún símbolo “negro”.

Y cuando esto pasa, puede convertirse en escándalo: Hace aproximadamente treinta años, falleció un señor en la ciudad de Umán que tenía una “peculiaridad”, pues era adorador del “demonio”; al grado que incluso en su domicilio tenía un altar en donde ponía sirios negros y hacía oraciones.

Sin embargo más allá de los estereotipos tradicionales, no estaba lleno de tatuajes ni vestía de negro o usaba dijes o aretes que llamaran la atención; a simple vista era una persona como cualquier otra e incluso se llevaba bien con sus vecinos, pues tampoco era violento, problemático ni nada que se le pareciera.

La gran bronca

Tras su muerte (por un tumor en el estómago), lo velaron de forma tradicional y lo enterraron en el cementerio de esa población; sin embargo, el “problema” vino a los pocos días, cuando su hermano (a petición del difunto horas antes de morir) llevó una imagen de “Satán” para colocar encima de la tumba, cosa que no fue bien vista por la gente que acudía a ese camposanto.

En al menos cuatro ocasiones rompieron esa imagen hasta que el prudente hermano optó por quitarlo para que así no se generara más polémica, pues incluso la gente empezó a rumorar que el tener esa imagen ahí podría atraer a las “fuerzas oscuras”

Según se cuenta, un par de años después enterraron a otra persona que adoraba al demonio y se le prohibió a la familia hacer un ritual dentro del cementerio y tampoco les permitieron poner algunas esculturas conforme a sus creencias.

Y aunque esas personas acudieron incluso al Palacio Municipal para exigir que les respeten su libertad de culto, se les explicó que hay ciertas cosas en las que no pueden intervenir, pues aunque este sitio (el panteón) es propiedad del municipio, por “usos y costumbres” no se pueden poner cosas “del diablo” a pesar de que los familiares insistieron, ya que de acuerdo con su “religión” el poner esa escultura satánica, serviría para que el alma del difunto pueda descansar en paz.

En otros países, esto sí está autorizado en cementerios privados, ya que ahí se permite la libertad de culto, y aparte son muchos más los “satanistas” al grado de que tienen una sección especial sólo para ellos.

Otro caso

Cuando me contaron esta historia de Umán, recordé un caso parecido, pero al mismo tiempo contrario al caso del “satanista”, es decir as tumbas que tienen muchas imágenes de ángeles y que también sirven para “limpiar el alma”.

De acuerdo con lo que me han platicado, y que también se ha publicado en libros, se dice que a principios del siglo antepasado se tenía la costumbre de poner cierta cantidad de ángeles en las tumbas de quienes fallecían dependiendo de cómo se hubieran portado en vida.

Si el difunto en vida fue una buena persona no era necesario colocar nada más que la tradicional cruz sobre la tumba, pero si por ejemplo había sido considerada una mala persona se le ponían encima una, dos, tres o hasta siete esculturas de ángeles, los cuales serían los encargados de ayudarlo a cruzar al cielo en caso de que tuviera que pagar algunos de sus pecados en el purgatorio.

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