Enigmas: Objetos que no tiene el Museo del Ocultismo

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Por Jorge Moreno
El Museo del Ocultismo, de Ed y Lorraine Warren, tiene en su interior a varios de los objetos paranormales más famosos en todo el mundo; a lo largo de más de tres décadas, esta pareja de cazadores de misterios pudo recopilar más de mil objetos malditos de al menos seis países y su colección, hoy en día, es sin duda la más amplia e importante en este género.

Sin embargo, al final de sus carreras, ambos llegaron a hablar sobre algunos objetos que nunca pudieron tener y que, de cierta forma, anhelaron que fueran parte de su museo

Vudu Iku

Por ejemplo, ellos tienen cientos de objetos de brujería, pero nunca tuvieron un caso sobre los muñecos de “Vudu Iku”; la magia vudú siempre le causó intriga a Ed Warren, le tocó investigar uno que otro caso en Nueva Orleans, sitio que es considerado como la cuna de este tipo de brujería en Estados Unidos, pero nunca pudo conocer uno tipo ”iku”.

¿Qué es un vudu iku? ¿Cómo se diferencia de un muñeco vudú tradicional?

El iku no tiene alfileres, tiene clavos de panteón, más de cien, a diferencia de los doce tradicionales en los vudú comunes; sirve para matar a una persona en menos de 24 horas, es considerado uno de los embrujos más fuertes y peligrosos del mundo.

Cornicabras

Los Warren poseen seis cráneos de animales en su museo, pero no tienen cornicabras, los cuales son animales domésticos similares a los chivos, pero que son nativos de Uzbekistán, en Asia Central, y sus cráneos son utilizados en esa parte del mundo para cuidar el ganado y protegerlo de los animales salvajes; a través de un ritual de magia negra y un cuarzo rojo, se ritualizan y se dice que si un ladrón quiere entrar a un rancho, el cráneo se convierte en un enorme demonio que espanta hasta al más valiente.

Duende “alux”

El Museo del Ocultismo sólo cuenta con dos duendes en su interior, pero ninguno es un duende alux; éste es nativo de la cultura maya y Lorraine Warren quedó fascinada cuando, a través de un libro sobre las ruinas arqueológicas de Chichén Itzá, se enteró de la existencia de estos seres; se cuenta que Ed quiso conseguir, a través de sus contactos en México, a un sacerdote maya o persona especializada en estos temas que le mandara una escultura de un alux para obsequiársela a su esposa.

Libro de San Cipriano

Si acudes a una librería o a una biblioteca, quizás encuentres un libro de San Cipriano, pero no encontrarás un libro original, es decir, que le haya pertenecido a un hechicero; este grimorio, también conocido como “Los Secretos del Infierno”, pudo llegar a manos de Ed Warren al menos en tres ocasiones a lo largo de su carrera, pero nunca pudo tenerlo en posesión.

En tres de sus investigaciones, en Derby, Newton y Brookfield, personas que fueron poseídas por el demonio tenían una copia ritualizada de este libro, pero dos se quemaron y el otro desapareció misteriosamente justo cuando Ed estaba a punto de llegar por ellos.

En una entrevista, llegó a declarar que le hubiera encantado tener este libro en su museo, e incluso dijo que ya tenía un espacio destinado para él.

Y a pesar de que los investigadores nunca pudieron tener estos cuatro objetos, no cabe duda que tienen cosas muy interesantes para el público, aunque por desgracia este Museo cerró hace casi tres años y hasta ahora no volvió a abrir.

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