Por Jorge Moreno
Hace unos años hubo un secuestro en el estado de Tamaulipas, lo cual no sería raro; sin embargo, la historia que contó una de las sobrevivientes, causó incredulidad e impacto entre la Policía y los que se enteraron de ello, pues el tema paranormal salió a relucir.
A continuación les presentamos el relato, tal y como se dio a conocer en la prensa en los años noventas: “Mi nombre es Brenda, esa tarde me dirigía por mi hijo al kínder; llegué y estaba con su sonrisa hermosa esperándome en la puerta del salón, lo tomé de la mano y me dispuse a ir a casa.
“Avancé unas cuantas calles y me detuvieron unos hombres, me bajaron del auto con tanta violencia y yo preocupada por mi niño. No podía gritar, me quedé muda, sólo mis lágrimas rodaron por mis mejillas; mi pequeño asustado lloraba, nos subieron a una camioneta y emprendieron la huida.
“Nos llevaron a un hotel a las afueras de la ciudad… Yo con pánico por mi niño, lo abracé para tranquilizarlo; empezaron a hacer llamadas y se dieron cuenta que no eran las personas que querían, se habían equivocado, eran novatos, pues la persona que buscaban no era yo (una mujer despechada había pagado para acabar con la esposa de su amante), eso deduje por la conversación que escuché, pensé que todo estaría bien, pues se equivocaron y nos dejarían ir.
‘¡Desaparézcanla, no hay de otra!’.
“Salieron de la habitación y empezaron hablar afuera, diciendo: ‘¿Y ahora qué pasará?, ¿cómo le haremos? La patrona está molesta, no quiere que la soltemos, quiere que todo salga bien, ya Juan va en busca de la que sí es’, escuché decirles.
“Yo, tensa, vi que pasaban las horas y empezó a oscurecer, mi hijo ya se había dormido y yo lo tenía sobre mis piernas; en eso escuché unas voces y la voz de esa mujer que decía: ‘¡Desaparézcanla, no hay de otra!’.
“Escuchar eso congeló mi sangre ¿Por qué parecerme a otra persona me llevó a esto? Yo lloraba y más al ver a mi niño ahí dormido tan frágil.
Ya era de madrugada cuando se abrió la puerta, era una niña como de unos 10 años, con su dedo índice puesto en sus labios, comprendí que quería que guardara silencio, caminó hacia mí, y tomó mi mano. Yo cargué a mi niño y me dispuse a seguirla, salimos y los vi ahí de espaldas fumando.
“Creí que voltearían y no fue así, estaban entretenidos en su plática, yo contenía mi respiración; veía esa niña con esos ojos hermosos y diciendo que todo saldría bien, me llevó a la pensión del hotel y me dijo que me sentara debajo de un árbol, que ahí estaría segura.
“Luego de unos minutos escuché discusiones, gritos, empezaron a tocar puertas buscándome. Yo ahí con mi niño sentada y la niña a mi lado, vi cuando salían y me buscaban debajo de los autos. Uno de ellos, con pistola en mano, caminó hacia mí, pensé que sería nuestro fin, pero como si no me viera se siguió de largo, se empezaron a escuchar sirenas, era la Policía. Alguien dio aviso y yo apretaba a mi niño que por alguna razón seguía dormido.
“Se escucharon disparos, no sé cuántos fueron, ya amanecía cuando un elemento de seguridad me encontró y me subió a una patrulla, llegamos a la comandancia, mi esposo estaba ahí, nos abrazó y dijo lo que pasó.
La extraordinaria explicación
“En eso llamó mi atención un hombre que, llorando decía por qué pasó esto, que era su culpa, gritaba una y otra vez. Llegaron a tomar mi declaración y yo les dije lo qué pasó y les conté de la niña.
“Se voltearon a ver unos a otros y dijeron que si yo reconocería a esa niña y me llevaron al forense, ahí estaba: era la hija de ese hombre, que llevaba muchas horas de muerta. La mujer sí logró hacer daño, mataron a esa criatura inocente, dijeron que la madre estaba grave en el hospital, los hombres y la mala mujer fueron abatidos por la justicia yo me quedé sin palabras.
“No cabe duda que el alma en pena de esa pobre niña fue nuestro ángel guardián, pensándolo bien, la veía rara y cuando me tocaba la sentía muy fría, quizás por la adrenalina y mi instinto de sobrevivencia no le di importancia en ese momento, pero eso nunca lo olvidaré, gracias a esa pobre niña difunta pudimos sobrevivir”, finalizó.
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