Enigmas: Los cuadros siniestros

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¿Puede un cuadro o pintura atrapar o contener a un espíritu? Una leyenda urbana que circula desde hace mucho habla de esta posibilidad; sin embargo, a pesar de que podría parecer más ficción que realidad, hay muchos casos (aunque sin pruebas contundentes), que permiten manejar esa posibilidad: El caso que ha circulado últimamente por internet habla de dos niños, de ocho y once años de edad, que vivían con su papá, pues habían quedado huérfanos desde muy pequeños.

El papá fue el que se hizo cargo de ambos, pero lo extraño del caso es que éste nunca les había mostrado una foto de la mamá ni algún tipo de recuerdo; cuando ellos preguntaban, él se molestaba y les cambiaba el tema. En ocasiones era tal el enojo del hombre, que incluso los castigaba dejándolos sin televisión, sin cenar y los encerraba en un cuarto.

Un día, el mayor de ellos se dio cuenta de que su padre estaba colocando varios cuadros en la pared que da a la escalera de la segunda planta de la vivienda; por curiosidad preguntó quiénes eran las personas que aparecían en la pintura, y el padre, como siempre, se molestó.

Ante la insistencia del hijo, el señor sólo mencionó que él los había pintado y que los tenía en una bodega, pero el infante, a pesar de su inocencia, no lo creyó, ya que jamás había visto a su progenitor pintar algo ni usar un pincel.

El caso es que al cabo de unas semanas, intrigado por saber quiénes eran las personas que aparecían en los cuadros, invitó a sus amiguitos de la escuela a su casa y uno de ellos casi de inmediato reconoció uno de ellos: “Ese señor que aparece en el cuadro murió asesinado aquí en la colonia hace unos años, sí, es él, estoy seguro, salió en los periódicos”.

Justo en ese momento llegó el papá, sacó a todos los compañeros de forma grosera y a al niño le dio una paliza y lo castigó encerrándolo por una semana en su cuarto; él le llevaba la comida y sólo lo dejaba salir para ir al baño.

Así lo relata ya de adulto: “Una noche vi la puerta abierta y noté que había alguien junto a uno de los cuadros, era como transparente; de pronto, desapareció como si se hubiera metido a uno de los cuadros. En eso empecé a escuchar gritos y voces de desesperación, me fui acercando y vi que salían de los cuadros, que pedían ayuda y decían que eran las almas en pena de las personas que mi padre había matado; sí, mi padre era un asesino.

«En ese momento se escuchó el ruido de alguien levantarse del sillón. «-¿Qué haces, hijo? ¿No deberías estar encerrado en tu habitación? -Debería, pero no papá. ¿Me vas a explicar por qué mataste a todas las personas que aparecen en los cuadros? «-Aléjate de esos cuadros, hijo, son peligrosos.

«Mi papá no había ni terminado de decir eso cuando de pronto a sus espaldas alguien le dio un golpe, lo que lo hizo caer de las escaleras y romperse el cuello, supe de inmediato, como si fuera un presentimiento, que había fallecido. «Entre lágrimas y con un dolor profundo en el corazón regresé a la sala y de coraje empecé a tirar todos los cuadros para liberar aquellas almas atrapadas por un acto de magia negra que mi padre había hecho.

El cuadro que más me llamó la atención fue el de una mujer castaña con ojos claros, no sabía de quién se trataba hasta que tiré el cuadro y liberé su alma: era mi madre. “Vi que me veía fijamente a los ojos con mucha ternura, quise hablarla, pero sólo me guiñó el ojo y se fue difuminando su imagen, creo que ya podía descansar en paz».

Este relato, como mencionamos líneas arriba, se ha vuelto viral últimamente en redes sociales, y aunque parece ser sólo una leyenda urbana, no deja de sorprender a la gente que lo lee, pues varios piensan por un momento: ¿y si eso pudiera ser real?, ¿y si los cuadros de nuestras casas fueran más que simples cuadros?

Por Jorge Moreno

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