Enigmas: Victoriana Hurtado volvió de entre los muertos para hacer justicia
Por Jorge Moreno
Hace mucho tiempo vivía en Guadalajara, Jalisco, una pareja que no podía tener hijos, hasta que después de muchos años lograron tener una niña, a la cual llamaron Victoriana Hurtado. Cuando los padres eran mayores y vieron que les quedaba poco tiempo de vida, comprometieron a su pequeña hija con un amigo de la familia que era 23 años mayor que ella, el cual velaría por la menor y la protegería.
Cuando la niña cumplió los 12 años, sus padres murieron y entonces se casó con su prometido. Después de unos años de matrimonio tuvieron dos hijos y como sus padres eran muy adinerados, toda la fortuna pasó a manos de la pareja, cosa que el esposo de Victoriana aprovechó y comenzó a gastar esa fortuna, sobre todo en mujeres y alcohol. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que él muriera y el dinero fuera exclusivamente de ella.
Los hijos de Victoriana comenzaron a cosechar ambición dentro de ellos y esperaban que su madre muriera pronto. Un día, Victoriana sufrió un ataque de catalepsia y sus hijos pensaron que su madre había fallecido y que el dinero ya era de ellos pero, para su mala suerte, ella despertó durante el velorio, lo que causó un sentimiento de odio de los hijos hacia su madre.
Después de esto, Victoriana se empezó a dar cuenta que sus vástagos ya no la querían y que preferían que estuviera muerta, pues de diversas formas la hacían sentir menos moralmente.
Finalmente, Victoriana volvió a sufrir un ataque de catalepsia y esa noche los hijos la enterraron en el panteón de Belén, sin consultar a un médico o realizarse un velorio, para evitar que volviera a despertar y así asegurar la herencia.
Los hijos volvieron felices a su casa pensando que por fin todo el dinero sería de ellos, así que comenzaron a buscar el testamento de su madre por toda la casa, sin embargo, después de un rato de buscarlo y no encontrarlo, comenzaron a pensar que su madre se lo había llevado a la tumba, por lo que a la mañana siguiente regresarían al cementerio a buscar ese papel de la herencia.
La mano ensangrentada y el testamento
Esa misma noche el velador del cementerio se encontraba dando sus rondines y comenzó a escuchar gritos y golpes provenientes de una tumba reciente, sin embargo, no alcanzó a llegar a tiempo y mientras quitaba las piedras que estaban estibadas sobre la tumba, vio cómo una mano ensangrentada emergía de entre ellas con un pedazo de papel en las manos.
Ese papel era el testamento y decía lo siguiente: “He vivido una vida corta y llena de sufrimiento, siendo mi fuerza para vivir mis hijos, sin embargo, me doy cuenta que ellos me quieren más muerta que viva, ya que desean lo que poseo y no a mí, por lo tanto, dejo todo mi dinero y posesiones a los más necesitados y, para mis hijos, esos cuervos desalmados, sólo les dejaré una pequeña casa para que no deambulen por las calles y espero en Dios que cambien su forma de ser”.
A la mañana siguiente, los hijos arribaron muy temprano al cementerio para buscar el testamento, pero se encontraron que éste ya había sido encontrado y ya estaba en poder de las autoridades, notificadas del hecho.
Al descubrir que su madre había dejado todo para la caridad y con la culpa de haberla enterrado viva, ambos enloquecieron y comenzaron a deambular por las calles de la ciudad.
Hoy en día, su sepultura se distingue de las demás, pues de ella sobresale una mano sosteniendo un pergamino. Esto fue hecho en memoria de la señora y como recuerdo de ese extraño y triste suceso.
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