Enigmas: Historias paranormales de taxistas

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Por Jorge Moreno

En los últimos años, les hemos presentado diversos relatos paranormales que los taxistas, tanto tradicionales como de plataforma, me han relatado y es que ellos, quizás por su tipo de trabajo, son testigos (o protagonistas) de casos que le pondrían los pelos de punta a cualquiera.

A continuación les presento dos nuevos casos.

“Saludos a todos, soy taxista y les cuento que una vez abordé a una muchacha que me hizo la parada en una plaza muy concurrida y me pidió que la fuera a dejar a una colonia que está en las afueras de la ciudad de Campeche.

”Para esto, eran como las 12 de la noche, y cuando llegué a mi destino la muchacha me pagó el servicio, se bajó de la unidad y todo fue normal; cuando ya estaba saliendo de esa colonia (la cual muchas calles no son pavimentada), me tocó pasar a lado de unos árboles de ceiba, y en esa parte no había casas.

LA ENFERMERA

”Era un camino de tierra, aún recuerdo que el viento empezó a soplar muy fuerte, pero no le tomé importancia; cuando, de repente, el carro comenzó a dar tirones y supuse que era algún problema menor y me bajé de la unidad a revisarla. ”Justamente cuando estaba verificando mi unidad, empecé a sentir mucho frío y escuchaba como lamentos; lo que pasó es que me subí al auto y lo encendí sin problema, pero me ocurrió algo raro, ya que el taxi aceleraba y no quería avanzar, las luces bajaban y subían de intensidad como si la batería se estuviera descargando.

”No sé por qué presentía algo, un ambiente muy raro, y de la nada observé por donde estaba ese árbol de ceiba enorme, y empecé a ver a lo lejos algo así como una mujer vestida de enfermera, estaba parada como si estuviera esperando a alguien. ”La verdad, sí me dio miedo porque cuando la intenté ver bien, se me nubló la vista y me sentía como si me estuviera llamando a que me bajara del taxi; entonces cerré mis ojos y empecé a orar el Padre Nuestro”.

“Y cuando abro mis ojos ya no estaba, entonces me fui lo más rápido posible. ”Recuerdo que no pude dormir esa noche por pensar en eso que me pasó, les cuento que después investigué y una persona me comentó que en ese camino ya nadie pasa en las noches porque hace muchos años ahí mataron a una enfermera cuando se dirigía a su trabajo y pienso que su alma está vagando en ese lugar”.

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LOS VIEJITOS

Por su parte, Gali Hernández contó lo siguiente: “Mi papá ha sido taxista durante 20 años, nosotros vivimos en el estado de Guerrero, nuestra ciudad es un valle rodeado por nueve montañas o cerros, y el caso es que él trabajaba el turno de la madrugada y un día de la terminal de autobuses le hicieron la parada una pareja de viejitos.

”Se subieron y la señora le dijo a mi papá: ‘Gracias joven por levantarnos, ninguno nos quiso llevar’, y arrancó. Luego les pregunto a dónde los llevaría y ellos le dijeron que a la colonia 24, la cual estaba en lo alto de un cerro.

Monedas de oro

”Ya habían avanzado cuando el viejito le dijo: ‘Oiga joven, trae cambio, porque tenemos un billete de $500’ y mi papá le contestó ‘no patrón, voy empezando el turno, pero ahorita pasamos a una gasolinera a cambiarlo’, y el anciano ripostó “¿o quiere que le paguemos con las monedas de oro?’ y se empezó a reír.

Y ya cuando iban por la mitad del cerro mi papá les indicó: ‘Oigan, ¿y ustedes siempre han vivido aquí en la 24? Porque yo viví toda mi infancia aquí hasta que me casé’ y le contestó la viejita “uy sí, ya tenemos más de 100 años viviendo aquí’ y mi papá cuenta que se le enchinó la piel, tragó saliva y siguió el camino.

”Llegó hasta lo más alto del cerro, donde empezaba un camino de terracería, pero ya no entraba el carro y ya no había casas, por lo que les dijo ‘hasta aquí llego’. ”Y justo cuando se iban a bajar, el viejito le dijo que por favor no volteara a ver al espejo retrovisor y que no subiera a nadie hasta llegar a su casa.

”El sólo negó con la cabeza se dio la vuelta y se fue de regreso a la terminal; cuando vio a sus compañeros taxistas y les contó que había llevado a una pareja de viejitos muy extraños, pero ellos le dijeron que no vieron que subiera a nadie, que se fue solo.

Fue tal su duda, que se fue a la gasolinera donde había cambiado el billete de $500, y le preguntó al que lo atendió si había visto a los viejitos que llevaba minutos antes. ”El despachador de gasolina le respondió que iba solo, que se dio cuenta porque traía las luces interiores prendidas, y fue así como descubrió que le dio el servicio a una pareja de ancianos fantasmas. Al poco tiempo, decidió cambiarse de turno para ya no laborar de madrugada”, finalizó.

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