Enigmas: Hasta su gato se aterró a más no poder por sucesos ‘paranormales’

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Hoy es día de presentar los relatos que nos mandan los lectores y toca turno a un mail que me envió Martha Salazar Samaniego, quien nos cuenta una experiencia que le ocurrió a su padre hace varios años: “En ese entonces, mi papá tenía 18 años de edad, aún no se había casado con mi madre, por lo tanto ni hermano y yo no habíamos nacido; estamos hablando del año 1975 aproximadamente, el vivía en Xcalak, comunidad del estado de Quintana Roo, ahí estaba junto con mis abuelos, tíos, primos y la mayoría de mis parientes.

”Para ese entonces, mi papá, cuyo nombre es Eloy Salazar Young,trabajaba en un barco camaronero junto con varios pescadores; nos contaba que siempre fue una persona incrédula, pensaba que no existían los espíritus ni nada de lo paranormal. ”Pues bien, un 29 de octubre, dos días antes de los finados, llegaron de trabajar mi papá y sus colegas, pues cada semana salían a navegar a lugares retirados para después regresar al pueblo mencionado a entregar la pesca que habían conseguido.

”Tras descargar la mercancía y terminar sus labores, se quedó a platicar y vacilar con algunos de sus compañeros y, en eso, uno de ellos empezó a contar historias paranormales que le habían ocurrido, pero mi papá sólo se reía y se burlaba, decía que eso no eral real y que a quienes había que temer era a los vivos y no a los muertos.”

Después de un rato, se despidieron y cada quien jaló para su casa, pero mi papá, como sabía que al día siguiente, es decir, el día 31 de octubre, se fue hacia el barco a ver unas cosas pendientes y se topó ahí con tres de sus cuates, quienes lo estaban limpiando, se pusieron a platicar y, cuando se dieron cuenta, ya eran las 8 de la noche y todo el pueblo estaba a obscuras, pues a partir de esa hora se desconectaba la electricidad y toda la población se quedaba sin alumbrado.

”Mi padre empezó a caminar hacia su casa, pero lo más extraño era que se empezó a sentirse muy solo en el camino, pues había un silencio total, casi sepulcral; al llegar a su vivienda, le abrió la puerta mi abuela, no había nadie más, ya que se habían ido de viaje a Chetumal. ”Entró y cerró toda la casa con pasadores, prendió un quinqué para que no estuviera en obscuridad total y se acostó a dormir en compañía de un gato, el cual era la mascota de ellos.

”A eso de la media noche no podía dormir y, de pronto, notó que el gato sólo lo observaba; escuchó murmullos en la cocina, como si 10 ó 12 personas estuvieran hablando al mismo tiempo, pues no alcanzaba a entender lo que decían. ”Inmediatamente sintió su cabello totalmente erizado, empezó a sentir mucho miedo y escalofrío y enseguida tomó su lámpara de mano y alumbró hacia la puerta de la cocina pero no vio nada; los murmullos cesaron, pero escuchó como si arrastraran una lona o toldo muy pesado desde adentro de la cocina hacia la puerta.

”En eso, el felino empezó a erizarse también y puso su cuerpo en forma de media luna y que hasta temblaba, como si también tuviera miedo; en eso mi papá escuchó un ruido fuerte, como si patearan la puerta de la cocina, incluso ésta hasta se abrió junto con las ventanas de esa habitación y la sala; mi padre afocaba y no veía nada ni nadie , por lo que decidió salir de la casa en ese momento.

”Era tanto su miedo que decidió alejarse y regresar al muelle, donde sólo estaba uno de sus compañeros, quien lo vio muy espantado, pálido y temblando de fiebre, con temperatura alta y completamente nervioso, y apenas pudo, le contó lo que le había ocurrido. ”Su amigo le aconsejó que se quedara a dormir en el barco y, cuando finalmente amaneció, la fiebre se le había bajado, entonces decidió ir a ver la casa, pues sabía que se habían quedado abiertas la puerta y las ventanas; al llegar, vio que permanecían así, corroborando que no había sido una pesadilla todo lo que le había ocurrido.

”El gato no apareció en ningún sitio y jamás lo volvió a ver, decidió retornar con su compañero al muelle para no sentirse solo esa noche, pero éste ya se había ido, como casi todo el pueblo, a la ciudad de Chetumal para pasar el asueto y luto del Día de Muertos, por lo que tuvo que pasar toda la noche de nuevo en su vivienda, ya no le ocurrió nada, pero no pudo dormir pensando en lo que le había ocurrido y su temor a que se repitiera esa terrorífica vivencia.

”Al regresar, los familiares y vecinos cercanos al pueblo, les platicó lo ocurrido, y lo que sí entendió mi papá es que los espíritus o aires, o como le pudieran llamar, lo prepararon y le dieron una lección para que creyera y respetara esos días, aunque el sacrificado fue el pobre gato, quien dio su vida en vez de que se llevaran a mi padre; para él, fue una experiencia inolvidable”, finalizó Martha Salazar.

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