Por Jorge Moreno
El caso que hoy les presentamos ocurrió en la escuela secundaria “Eduardo Urzaiz Rodríguez”, ubicada en la ciudad de Mérida y la cual es una de las más antiguas en todo el estado de Yucatán (data de más de 70 años). La historia me la contó un alumno que estudió allí hace casi cinco décadas y cuyo nombre es Renán Mendoza, quien actualmente tiene 57 años de edad.
“Recuerdo que cuando estudiábamos ahí, teníamos un maestro ya de edad, con el pelo blanco y bigote; tendría sus sesenta años, pero parecía de más, le decían profe “Chema” (se llamaba José María).
Por desgracia lo vacilaban mucho los compañeros, pues eran muy relajistas, pero en ese entonces sí que nos daba nuestros buenos guamazos y nos castigaba a cada rato; no era como ahora que si tocas a un alumno o le pones una mala cara los papás van a la SEP o a derechos humanos.
Mala noticia al iniciar las clases
“El caso es que estábamos en primer año, terminó el curso escolar y después de unas largas vacaciones retornamos a clases; esa misma
semana nos dieron la mala noticia que el profe Chema había fallecido, lo cual no nos extrañó mucho, ya que se veía cansado y medio enfermo.
“Lo sorprendente del caso vino a los pocos días, cuando nos enteramos que uno de sus alumnos favoritos, que si no me equivoco se llamaba Carlos, fue llevado a la enfermería, pues se había desmayado. Cuando fuimos a averiguar el chisme nos dijeron que le pasó debido a que de pronto empezó a gritar en el descanso porque había visto al profesor Chema dentro de la escuela, cerca de uno de los salones donde daba clases.
“Cualquiera lo hubiera tomado a loco de no ser porque uno de los veladores, dos maestros y al menos cinco alumnos ya habían dicho lo mismo en días previos; todos creían que se trataba del alma en pena del profe Chema que por algún motivo no podía descansar en paz, o bien, debido a que esa escuela había sido su segunda casa en los últimos veinte años, ese sería el motivo por el cual estaba arraigado allí.
Aparición en el puerto
“Por si esto fuera poco, don Renán recuerda que un compañero del salón de al lado de donde él estudiaba, aseguraba que en las vacaciones había visto al profe Chema en el puerto de Progreso; habían ido a pasar sus dos meses de vacaciones con sus papás y afirma que una tarde de agosto le tocó verlo cerca del malecón, no lo habló, pero pasó muy cerca de él, incluso sintió el olor característico de su perfume.
Lo impactante del caso es que el maestro falleció el día primero de julio, es decir, un día después del fin del curso escolar.
“Por ese motivo, es imposible que ese alumno lo hubiera visto ‘vivo’ en Progreso, ya que él y su familia se fueron al puerto a partir del cinco de julio (cuatro días después de su muerte, independientemente de que él asegura que lo vio en agosto).
“En los siguientes años, don Renán recuerda que se siguió hablando del ‘fantasma del profe Chema’ hasta que por algún motivo ya el alumnado y el personal docente se fue olvidando.
“Poco a poco se fueron jubilando los maestros y empleados que lo conocieron y los alumnos nuevos quizás nunca se enteraron de este caso, platicando hace unos años con mi nieto que estudió allí, dice que nunca supo de esa historia”, finalizó.
Tal vez te pueda interesar:
