Enigmas: Un fantasma le pidió la hora en Dzan

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Por Jorge Moreno
Hoy les presento el caso que me platicó don Ventura Caamal hace apenas unos días con relación a una vivencia “macabra” que le ocurrió a principios del año pasado.

“En 2016, por cuestiones de trabajo, viajaba mucho al sur del estado, soy comerciante y hago entregas en Ticul, Oxkutzcab, Dzan, Chapab, etc. Recuerdo que acudí a Dzan un día como a las 5 de la tarde y cuando me quité y me enfilaba a buscar la carretera para irme a Mérida vi a una persona que estaba pidiendo aventón; era un señor como de unos 50 años de edad, se veía humilde y con facha de fuereño, él estaba solo; bajé mi velocidad, pero para mi sorpresa cuando le dije a dónde iba, me dijo que se quedaría ahí, que sólo quería saber la hora”.

“Le dije que eran las seis y cuarto, me despedí y empecé a avanzar, viré a ver por el retrovisor y para mi sorpresa ya no había nadie; entonces sentí un escalofrío y me puse a pensar quién para un auto sólo para pedir la hora, era muy extraño”.

“La siguiente semana me tocó viajar de nuevo a Dzan y le comenté a uno de los clientes lo que me ocurrió, y cuando le describí cómo era sólo sonrió, se dirigió a su esposa y le dijo, ‘viste, otro que se topa con el fantasma del comerciante’; incrédulo, le pregunté a qué se referían y me dijo que la persona que yo vi no era una persona viva y que a varias personas ya les había ocurrido lo mismo”.

Y es que hace un tiempo publicamos el caso de otro testigo que se topó con este fantasma y nos explicó su origen. Su nombre es Alfredo Pantí Segura, quien tiene casi 60 años de edad y afirma que desde que era adolescente se contaba que en el cementerio de su pueblo natal Dzan ronda el fantasma conocido como “el viajero” o el “comerciante”, ya que ahí fue enterrado un humilde comerciante que una vez al mes venía al pueblo a vender diversas cosas”, explicó.

“Decían que era tabasqueño, tendría quizás unos 45 ó 50 años y vendía muchas cosas, desde especias, condimentos y botanas hasta máquinas de coser, bicicletas, juguetes, novedades, entre otras cosas”.

El entierro y la viuda

“Por desgracia, en uno de sus viajes a Dzan le dio un infarto y el señor falleció antes de que lo pudieran llevar al centro de salud, nadie sabía si tenía familiares, y como en ese entonces pues no había tanta comunicación como ahora, uno de sus clientes del pueblo de manera bondadosa ofreció un espacio que tenía en el cementerio para que le dieran cristiana sepultura”.

Fue hasta dos meses después que de pronto llegó una señora al pueblo y se fue directo a la comandancia para preguntar por su marido, se trataba de la esposa del desdichado hombre, quien al ver que había pasado mucho tiempo y no regresaba a su casa, empezó a viajar a todos los poblados que el señor frecuentaba para comerciar sus productos. Y es que como el señor acostumbraba a irse de su casa hasta por 15 días o tres semanas, pues al principio la ahora viuda no sospechó de su ausencia, pero ya después de un mes empezó su triste peregrinar en busca de su esposo.

No se sabe exactamente el motivo, pero se cuenta que la señora dejó enterrado ahí a don Ramiro (nombre real del comerciante), hay quienes señalan que porque ella era muy humilde y no tenía el dinero y otros cuentan que por que no sabía leer ni escribir y no tenía idea de los trámites.

El caso es que el cadáver se quedó en Dzan y ella una o dos veces al año viajaba hasta ahí (vivía en Mérida) para visitarlo. Lo interesante o mejor dicho lo sobrenatural de esta historia es que aún después de su muerte, los vecinos de Dzan escuchaban la voz característica de este señor gritando “lleeeegoooó don negocianteee” y el tintineo de una campanita anunciando su llegada al pueblo con su mercancía”.

Esto ocurrió por al menos dos años y de hecho varias personas lo tomaban con naturalidad porque ignoraban que el señor había muerto; por si fuera poco al menos cinco personas reportaron haberlo visto en el interior del cementerio, con su peculiar mercancía en sus manos y con el semblante alegre, tal y como era en vida.

Y aunque han pasado casi 40 años de la muerte de don Ramiro, hasta la fecha de forma ocasional se cuenta que siguen viendo a un misterioso comerciante caminando por las calles de Dzan rumbo al panteón, en donde entra y ya no vuelve a salir; por ello es muy probable que a quien vio don Ventura el año pasado sea precisamente su alma en pena que quería saber la hora.

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