Enigmas: esta es la historia del alma en pena de un soldado ‘milagroso’

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Rollo: Jorge Moreno
Hay leyendas que cuentan la historia de almas en pena, que vagan sedientas de venganza; otras que cuentan la historia de almas que siguen sufriendo aún ya muertas por amor, o las de aquellos espantos que andan haciendo maldades y otras, que sólo cuentan algún hecho histórico que sucedió. Pero la leyenda que les relataremos hoy habla de un espíritu milagroso.

Hace muchos años, para ser exactos en 1915, en el camino de Icamole a Milagro, Nuevo León, fue el lugar del enfrentamiento entre villistas y carrancistas. Y como era de esperarse, debido a la guerra, hubo muchos muertos, entre ellos un soldado llamado Roberto Cisneros Jaramillo, el cual fue abandonado por los sobrevivientes del batallón.

Dos días después, dos pastores de cabras lo encontraron y al ver que había sufrido de una gran agonía, decidieron sepultarlo al pie de un árbol de anacahuita; sólo lo cubrieron con piedras para evitar que los animales del monte se lo comieran.

Los pastores, temerosos de que no les creyeran lo del soldado, no contaron a nadie sobre lo que habían hecho.

Aunque días después, la gente comenzó a decir que habían visto a un soldado sentado en la anacahuita. Así fue como comenzó la leyenda de la tumba del soldado.

Como en aquel entonces por ahí se movilizaba un ferrocarril, resulta que un carretero que se desplazaba a los demás ranchos en su carreta, se atascó en el cruce ferroviario. Él, entonces, se encomendó al ánima para que le ayude a sacar la carreta con sus animales antes de que llegue el tren y promete dar sepultura a los cadáveres de los soldados que habían quedado a flor de tierra.

Quizás debido a que este “milagro” se esparció entre la gente, poco después, un ferrocarrilero se detuvo en la madrugada cerca de la tumba, para pedirle al ánima del soldado que lo curará de las fiebres tan altas que tenía y que, a cambio de curarlo, él se encargaría de darle una sepultura digna. Una vez que se curó el maquinista cumplió con su palabra.

Fue así que, de acuerdo con reportes de la época, se estima que más de cien personas acudieron tan sólo en el primer año a la tumba de este soldado para pedirle favores de toda índole, desde la cura de enfermedades avanzadas hasta situaciones de dinero, e incluso problemas conyugales.

No se sabe con exactitud si esta alma en pena tuvo el poder de hacer más milagros o si se trató de sugestión mezclada con fe, pero el caso es que muchos favores se cumplieron y, por eso, cada vez más gente empezó a visitar el sitio.

Ha transcurrido ya poco más de un siglo de este suceso y hasta hoy, de vez en cuando, se ven a personas que tímidamente acuden a la capilla que se hizo en honor a este soldado y le dejan todo tipo de ofrendas, principalmente flores; de hecho, hay quienes afirman ver el espíritu de este personaje rondando por ese lugar.

A pesar de la fama de esta persona, nunca se supo de sus familiares que aportaran más datos sobre su vida, pues se especuló que él aún en vida curaba personas con el don de imposición de manos, pero esto queda más como leyenda ante la falta de más datos comprobables.

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