Enigmas: El milagro del colibrí

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Por Jorge Moreno
En muchos sitios se dice que los colibríes son aves de buena suerte e incluso milagrosos, una prueba de ello le ocurrió a la señora Marisol Esquivel, quien nos contó lo siguiente:

“Me han sucedido muchas cosas extraordinarias, extrañas y hasta milagrosas a lo largo de mi vida, pero esto que me sucedió, sigue siendo una de las más impactantes e increíbles para mí, porque desde ese momento me cambió la vida por completo.

Hace siete años aproximadamente, mi entonces esposo y yo pasábamos por una crisis económica terrible. Nuestro único hijo en ese momento tenía seis años, mi esposo estaba desempleado y yo tenía un sueldo tan bajo que apenas nos daba para medio darle de comer al niño, al que afortunadamente le daban el desayuno en la estancia infantil donde lo llevaba, porque ni para pagar la renta me alcanzaba y ya debíamos varios meses a pesar de ser barata.

Recuerdo que íbamos al súper a comprar sopas instantáneas y lo más barato que podíamos encontrar para alimentar a nuestro hijo al menos por las noches. Yo sólo guardaba para mis dos pasajes diarios para irme a trabajar y sin comer. Estábamos desesperados, porque por más que mi esposo buscaba trabajo no lo conseguía, siempre le ponían “peros” aunque buscara de cualquier cosa, aún siendo profesionista.

Para no hacer el cuento largo, a veces en mi trabajo yo me salía un momento a la calle a llorar y una de esas veces lloré desesperadamente pidiéndole a Dios que nos ayudara, sobre todo por mi niño, y le pedí una señal para saber que al menos Él estaba conmigo y que todo iba a estar bien y que iba a mejorar porque ya no aguantaba más, pues llevábamos casi un año en esa situación. Yo estaba segura de que Él me iba a escuchar y de que recibiría una señal, porque siempre me ha respondido a todo.

Total que para tranquilizarme me fui a caminar un rato, incluso me encontré a un amigo en el camino y lo acompañé a hacer unos trámites. Íbamos caminando y de pronto vi tirado en el piso un colibrí “muerto”, así que lo levanté porque me dio tristeza dejarlo ahí y que las personas sólo pasaran encima o que se lo fuera a comer un perro, además de que era muy bonito.

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En fin, lo levanté y le dije a mi amigo que lo enterráramos en una jardinera, así que me dio una servilleta para envolverlo, mientras buscábamos un lugar para enterrarlo. Recuerdo que lo acaricié y estaba frío y endurecido, con sus alitas abiertas y sus ojos cerrados.

Total, que lo llevaba entre mis dos manos y después de unos minutos, mientras seguíamos caminando se comenzó a mover, y cuando abro mis manos para verlo, simplemente voló. Por un momento se detuvo en un árbol que estaba frente a nosotros, me miró fijamente unos segundos y se fue como si nada.

Ambos nos quedamos atónitos, pero al mismo tiempo pensé que seguramente era la señal que había pedido y de pronto sentí mucha tranquilidad por eso. Era el aviso de otro milagro que iba a sucederme pronto.

Justo a la semana siguiente mi vida y la de mi familia dieron un giro extraordinario. Mi entonces esposo consiguió un trabajo de gerente general con un súper sueldo, a mí me ascendieron en el trabajo y mi sueldo se multiplicó dramáticamente. Pagamos nuestras deudas, nos fuimos a vivir a una hermosa casa, mi hijo entró a estudiar en un buen colegio, ambos nos compramos un buen auto y hasta la fecha nos ha ido muy bien, pareciera que nos sacamos la lotería.

No sé si lo creerán o no, pero créanlo, los milagros sí existen y la fe lo hace posible y creo que el ver a ese colibrí que juraría estaba muerto, fue la señal».

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