Enigmas: Albarradas «paranormales»

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Por Jorge Moreno
Desde hace varias semanas, don Alberto Canto May, oriundo del municipio de Tzucabab, nos sugirió que habláramos sobre los “fantasmas de las albarradas caídas”, un tema del cual tenemos poca información, sin embargo, descubrimos que hay menciones de este tema en un libro.

Se trata del texto “Cuentos sobre las apariciones en el Mayab”, del autor Andrés Tec Chi (Colección Letras Mayas Contemporáneas, 1993) y que menciona un caso ocurrido en nuestro Estado:

Este relato habla de las albarradas que se escuchan caer. Según se dice, este suceso comenzó a darse después de que se acabó el peonaje en Yucatán. A continuación, escribo lo que se platica acerca del fenómeno en el poblado de Maxcanú.

Se asegura que por las noches, se oye la caída de las albarradas después de alguna llovizna. Cuando alguien pasa distraído en aquellos sitios, oye cómo caen fuertemente y ruedan las piedras. Este ruido lo asusta y lo hace alejarse corriendo, en busca de un lugar más seguro.

Pero cuál no es su sorpresa, cuando al pasar al día siguiente por el mismo paraje, no se encuentra alguna albarrada desmoronada. Sólo porque se daba frecuentemente este suceso, los habitantes de las poblaciones circunvecinas dejaron de ir a Maxcanú.

Consulta con mujer espiritista

Sin embargo, pasaron los días y los comentarios acerca de este fenómeno continuaron multiplicándose. En cierta ocasión, una de las personas que pasaban constantemente por cierto lugar donde se oía el consabido ruido de la caída de las piedras y con el temor subsiguiente de que pudiera cargar malos vientos, decidió ir a comentárselo a una mujer espiritista.

“Si supiera que ya me fastidié de que siempre cuando paso por ese sitio, después de una llovizna, escucho muy bien que se caiga una albarrada, y si voy al día siguiente, ésta está en su lugar. ¿Cree usted que tenga malos vientos? No vaya a ser que un día de éstos que yo pase o cuando necesite algo de Maxcanú y tengan que ir mis hijos, les ocurra algo malo en ese lugar, que no quiero ni pensarlo. ¿Qué puedo hacer para que se acaben estas cosas?”.

La mujer espiritista le contestó: “No tiene mal viento, lo que sucede es que son las almas de los peones que fueron asesinados ahí
antiguamente. Son las que se hacen presentes mediante la caída de las albarradas o, más bien, su ruido. Lo que debes de hacer el día que escuches otra vez el desmoronamiento de las piedras, es agarrar tres cuñas de la albarrada de enfrente y tirarlas contra ellas».

«Pero para que esto acabe definitivamente, es necesario que lo haga un joven y a la medianoche, en nueve ocasiones. Para ello se requiere que no tenga miedo o, de lo contrario, bastaría con que piense que puede cargar el mal viento para que lo haga. En caso de seguirse mis instrucciones, con eso será suficiente.”

Se dice que esta persona cumplió al pie de la letra todo lo que le dijo la espiritista, y dejó de repetirse este fenómeno. Y cuando desapareció definitivamente, fue el día en que por ese lugar pasó la carretera.

Sin embargo, en otros pueblitos vecinos, hasta en la actualidad se sigue comentando que por las noches, después de alguna llovizna, se escucha claramente la caída de las albarradas, cosa que sigue asustando a mucha gente.

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