Como si fuera ayer: la juventud es hoy

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Rollo: Celia V. Franco C.
Dicen que la juventud es el futuro de México y resulta obvio si entendemos que en unos años los jóvenes de hoy serán adultos; sin embargo pocos entienden que la juventud es el hoy de este país y del mundo, no el mañana.

Su fuerza, optimismo y alegría es lo que necesitamos para seguir trabajando en tener un mejor lugar donde vivir.

De unos años a la fecha, al parecer se ha vuelto muy importante ponerle etiquetas a las generaciones, que si la Z, los Milenials y no sé cuantas más, comparándolas entre ellas, buscando debilidades y tratando de que una sea mejor que la otra.

Para mí eso resulta absurdo, pues cada etapa tuvo y tiene la juventud que se requiere. Los chavos son un reflejo de sus padres y familiares, en un momento en el que despiertan al mundo y les toca enfrentar uno muy diferente a como les dijeron que sería, tienen que afinar sus talentos y poco a poco ir descubriendo que fueron educados por adultos que hace mucho fueron jóvenes en un ahora que dejó de ser hoy hace muchos ayeres.

Ellos, los jóvenes de ahora tienen un gran entendimiento de la globalización, nacieron en una realidad virtual y digital que les da la facilidad de enterarse de lo que sucede al otro lado de su mundo, al instante, de una forma natural; nosotros teníamos que esperar a los noticieros de la noche o al periódico del día siguiente.

A ellos les toca competir, no sólo con sus pares en su estado o país, sino con los del mundo. Eso los ha llevado a desarrollar una destreza única, hablar más idiomas, prepararse mejor, sin saberlo han derribado barreras y creado nuevas posibilidades, que las generaciones que los criamos no logramos entender del todo.

Demuestran su fuerza y entereza en momentos realmente difíciles, no se agachan, saben que en sus manos está el cambiar la realidad; claro que unos son más conscientes que otros, pero la semilla ahí está.

Hoy hay que dejar de verlos como el futuro, el mañana y comenzar a tratarlos como la potencia que son en el día a día. La pandemia mundial causada por el Covid-19, lejos de intimidarlos, despertó su creatividad para seguir con su vida y actividades desde la seguridad de su hogar y son ellos quienes nos enseñaron que todo se puede, nos inyectaron un poco de su adaptabilidad, muy necesaria para quienes traíamos una inercia de muchos años, nos hicieron desafiarnos, romper nuestros límites para poder estar a la altura de las circunstancias, mientras que ellos seguían luchando por sus aspiraciones, de la forma más natural posible.

¡Vaya diferencia! Tengo la bendición de que en la casa, uno de nosotros es un joven, pues no sólo ha ayudado al resto con las cuestiones tecnológicas, sino que además nos mantiene en una dinámica más ágil y, sobre todo, nos enseña que la vida hay que tomarla como viene, sin pensarlo demasiado, es adaptarse o quedarse atrás. Hoy, son ellos, los jóvenes quienes tienen todo para enseñarnos en estos tiempos tan raros, tan nuevos. Aprovechémoslos.

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