Hace una semana que un bebé fue hallado muerto entre la basura del penal de San Miguel, en Puebla, y hasta el momento las autoridades no han informado de avances concretos en la investigación.
Lo poco que se sabe es que la criatura habría sido ingresada ya sin vida al centro penitenciario, y posiblemente se utilizó el cuerpecito para meter droga, lo cual organizaciones civiles han considerado una muestra de corrupción al interior del penal.
El viernes pasado se dio a conocer que un recluso que separaba botellas de plástico en el depósito de basura del penal de San Miguel encontró un bebé muerto, que presentaba sutura en el abdomen, al parecer por haber sido intervenido quirúrgicamente. De inmediato tomaron el caso las autoridades.
Al principio se especuló que el bebé tenía meses de nacido, pero se aclaró que tenía poco menos de una semana, en realidad.
Además, organizaciones como Reinserta, indicaron que la mamá fue localizada, es decir, ya estaría identificada, pero sólo se le ha citado a declarar en torno a los hechos.
La presidenta de ese organismo, consideró que dadas las circunstancias, podría pensarse que el bebé fue metido sin vida al lugar, al parecer para ingresar drogas al centro penitenciario.
Lo que llama la atención es que no hubo la suficiente vigilancia ni control para notar que la mujer salió ya sin el bebé, lo que hace pensar que las mismas autoridades del lugar estaban coludidas para este tráfico que involucró a un recién nacido.
Además, dijo que, además de Miguel Barbosa, gobernador de Puebla que dijo que “se está investigando” el caso, ninguna autoridad se ha pronunciado al respecto.
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