En un abrir y cerrar de ojos pasaron ya 16 años del Asesinato de Cumbres, ocurrido en Monterrey, Nuevo León, en donde Diego Santoy Riveroll asesinó a sangre fría a una niña y un niño, hermanitos de Erika Pena Coss, quien era su novia y con quien tuvo una fuerte discusión en casa de ésta.
El criminal fue sentenciado a 138 años de cárcel, pero tras una tras otra apelación se logró reducir a 71 años.
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A lo largo del tiempo que ha permanecido tras las rejas, el criminal no sólo ha dicho que merece la libertad porque “ya pagó” por lo que hizo, sino que además se hizo de un club de fans, casándose en presidio con una mujer con quien además tuvo un hijo en 2009.
Además, ese mismo año fue asesinada su abogada defensora, quien, según trascendió, trató de convencer al Juez de que el crimen ocurrió como un “pacto” entre Diego y Erika, versión que no trascendió en lo más mínimo.
Los hechos
Todo comenzó la madrugada del 2 de marzo de 2006. Diego Santoy saltó los muros de la casa de Erika, en la colonia Cumbres de Monterrey, y logró meterse a la vivienda, en donde estaban los pequeños Erick y María Fernanda, su hermana Azura, y la hermana mayor, Erika, además de la empleada doméstica.
Tras meterse a la recámara de Erika y despertarla, la llevó hasta la zona de lavado, en donde ella le reclamó que hubiera entrado a la casa, y él alegó que pretendía que solucionaran los problemas que tenían y volvieran a ser novios.
Los gritos y reclamos despertaron a Erick y a María Fernanda, quienes fueron a ver qué pasaba. Cuando Diego los vio, fuera de sí se lanzó contra el niño de 7 años y lo mató a cuchilladas, lesionó también a Erika, y a la niña María Fernanda, de 3 años, la ahorcó con un cortinero.
La empleada doméstica, Catalina Bautista, se dio cuenta de todo, y el joven la amarró y encerró en un baño. Cuando escapó, usando el auto de un amigo, cargó con ella y se la llevó en la cajuela, liberándola kilómetros después.
Ese mismo 2 de marzo, Diego contactó a su hermano y le contó lo que había sucedido horas antes, pidiéndole ayuda para huir del estado y no enfrentar a la justicia por haber matado a los niños.
El hermano, Mauricio, en lugar de alertar a las autoridades por el salvaje crimen, optó por apoyar a su hermano Diego y huyó con él. Tomaron un autobús en la Central de Monterrey se dirigieron a Oaxaca.
Para entonces, el asesinato se había descubierto, y Erika fue llevada grave a un hospital en donde logró recuperarse. Las autoridades iniciaron con las investigaciones y logró ubicar a los hermanos, quienes fueron regresados a Monterrey y quedaron encarcelados.
Dio inicio un proceso penal, y mientras tanto los hermanitos de 7 y 3 años fueron cremados, y la familia y más sectores de la población pedían justicia.
Sentenciado
La abogada Raquenel Villanueva fue una de las defensoras, y sugirió a Diego inculpar a Erika en el doble crimen al asegurar que se trataba de un pacto entre los dos, pero el Juez hizo caso omiso de esta teoría a todas luces incongruente, y tras el proceso correspondiente, Diego Santoy fue sentenciado a 138 años de cárcel y a pagar una indemnización a los deudos de las víctimas.
Se apeló la sentencia, y tras mucho batallar se redujo a 71 años, los cuales el criminal pasará en el penal de Cadereyta.
En el año 2009, la abogada mencionada fue asesinada cuando se encontraba en un centro comercial en Monterrey, y el despacho de abogados se hizo cargo del caso.
Asimismo, varias jóvenes formaron un “club de fans” en apoyo a Diego Santoy, y una de esas muchachas entabló una relación con el asesino de niños y se casó con él estando en el penal y tuvieron un hijo, que jamás verá en libertad a su padre.
A pesar de que en varias ocasiones la defensa de Diego ha intentado reducir la condena, todas han sido nulas. Actualmente, Diego tiene 37 años de edad y espera algún día recuperar su libertad, pues asegura ya cumplió su pena.
