Recuerdan con mucho cariño a Abuelita de la lucha libre

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Abuelita de la lucha libre… pasión que surgió en Mérida.

El amor, pasión y sobre todo respeto que le tenía a un deporte no se compara con nada, ni con nadie. Así era doña Virginia Aguilera, quien fuera conocida en el pancracio como la Abuelita de la Lucha Libre y que hoy cumple 23 años de haber partido a la «arena celestial».

Como un homenaje a su vida y en el Día de la Madres, le dedicamos este espacio a Doña Vicky que dejará de existir un 10 de mayo pero de 1997 de un paro cardio respiratorio.

La Abuelita nació en Guadalajara, Jalisco el 8 de febrero de 1900. Tuvo una familia de 16 hijos conformada por 8 hombres y 8 mujeres, una de ellas por cierto torera (Angelina). Estuvo casada con Julián Medina.

Doña Vicky se volvió famosa gracias al fervor por el deporte de los costalazos que llegó en abril de 1934, tan sólo siete meses después de haberse implementado la lucha libre en nuestro país, el 21 de septiembre de 1933. Se dice que fue en Mérida en la Arena Roma donde comenzó su pasión, aunque no se cuenta con mayor dato de ese espacio.

«Voy diario menos los lunes que no hay», comentaba en una entrevista Doña Vicky quien prácticamente fue de la mano del surgimiento del deporte espectáculo en México.

Arenas como la «México» y «Coliseo» fueron su segundo hogar. Incluso su gusto la llevó a ser la número uno de esos recintos, pues luego de platicar con el «Padre de la Lucha Libre» en nuestro país, Salvador Lutteroth, le cedieron el asiento uno de la filo uno de esos lugares.

«Hablé con el señor Luterroth y le dije que siempre andaba para ahí y para allá, él le dio la orden a don Lupe que me diera este número», dijo a micrófonos de Televisa en varias entrevistas.

En una de esas televisivas, apuntó que con los luchadores «me divierto mucho con ellos, como les digo ustedes se dan y yo me divierto».

Fueron 63 años de estar sentada cada semana en la «Catedral de la lucha libre» y en el edificio de Perú 77 en la capital del país, donde apoyaba a los técnicos.

De esa primera butaca, doña Vicky estuvo acompañada por varios años de su sobrino quien apoyaba a los rudos.

La Abuelita de la Lucha Libre fue reconocida en varias ocasiones por la misma Empresa Mexicana (EMLL / hoy Consejo Mundial de Lucha Libre – CMLL) e incluso por autoridades de la Ciudad de México, en ese entonces Distrito Federal.

Un homenaje que quedó bien grabado en su memoria fue el realizado en la Coliseo en 1984, pues ese año falleció don Rodolfo Guzmán Huerta, a quien acompañó hasta su última morada.

Objetos muy preciados

Entre sus recuerdos y trofeos preciados están máscaras originales de las estrellas del ring como es el caso de la tapa de El Santo, autografiada en 1964. Una más se unió a su colección un 22 de enero de 1971 cuando Huracán Ramírez le obsequió su capucha.

La de El Solitario es quizá la más peculiar, pues esa máscara data de cuando ocultaba su identidad bañada completamente en oro, además logró tener en sus manos la de Anibal, que consiguió firmada en 1989. Aunque la que más le gustaba era la de Mil Máscaras, ya que dijo estaba forrada.

Pero son cientos de tapas las que conquistó la Abuelita, pues se hizo de gran amistad con varios elementos que le obsequiaron dichos tesoros, incluso le daban el aventón hasta su casa.

El 24 de julio de 1983 en el extinto Toreo de Cuatro Caminos La Sombra perdió su máscara ante Ultramán y esperaron a que doña Vicky subiera al encordado para que fuera ella quien destapara la identidad de Tony López.

Entre sus anécdotas llegó a contar que fue lesionada de un pie. Este incidente se dio cuando un luchador en una acción cayó sobre Raúl «Búfalo» Reyes, quien lastimó por error a doña Virginia. Pero las emociones no las vivió nada más…

(Info: Félix Zapata/Fotos: Cortesía

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