Pecho a pechito: ¡Qué poca mother y qué poco ‘padrote’!

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Rollo: El Boffas
Parece increíble que, en pleno siglo XXI, era de modernidades, también se realicen desmadres. Echen ojo a esta lamentable historia. Un chavo llamado Luis, con discapacidad, era encadenado por su señora madre, Leónides, y su padrastro Teul, para evitar que saliera de la cantona.

¡QUE POCA MAUSER!

El joven, bien tranquilo, acostumbra salir a conversar con la gente del barrio de Santa Ana, en Valladolid, donde está la casa que habita, de la calle 47 por 32 y 34. La banda siempre le regala refrescos, agua y comida. Pues, al parecer, esas atenciones no les agradaron a la madre y al “padrote” y lo regañaban. Le decían que no saliera. Como Licho los mandó por un tubo, entonces su “amada” optó por encadenarlo.

¡QUE POCO PADRASTRO!

El chavo fue encadenado, la última semana, de su pie izquierdo, a la altura del tobillo, en un poste de una palapa y, por si fuera poco, a la pareja de desnaturalizados se les olvidó darle de comer, algo así como a un perro.

¡QUE POCA MADRINOLA!

Pero como pudo, el joven, con la extremidad lastimada por la cadena –oxidada- y el candado, logró liberarse el viernes por la tarde. Desesperado, salió a la calle porque tenía hambre y sed. Los buenos vecinos lo vieron, platicaron con él y dieron aviso a la Policía Municipal.

¡QUE POCA MOTHER (INSISTO)!

De entrada, Licho fue trasladado a las instalaciones del DIF Municipal para ser atendido, así como remitirlo con especialistas para darle ayuda psicológica.

Los padres no se encontraban en la casa al momento de que Luis se liberó y fue atendido por los vecinos y la Policía. Pero, a todas luces, los supuestos padres incurrieron en un delito que, por principio de cuentas, es privación ilegal de la libertad.

¿Qué castigo merecen?

1.- Bote en xinga, a pan y juegos del DIF (que saben a meado ácido).

2.- Ponerlos a escuchar todos los días las ruedas de prensa de López Obrador

3.- Amarrarlos bajo el sol a partir de las 12 del día (hasta que se le achicharre el aniceto).

4.- Mandarlos a chiflar a sus respectivas madres.

5.- Darles todos los días tandas de collarines (chance y aflojen… pero las naylons).

Una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revela que hasta el 2014, 7.2 millones de mexicanos, equivalente a 6 por ciento de la población del país, presenta alguna dificultad para llevar a cabo sus actividades, presuntamente a causa de alguna discapacidad.

Pero Yucatán se encuentra por encima de la media nacional, desde que el 6.5 por ciento de sus habitantes presentan esta condición, generando -entre otras cosas- un foco rojo en materia de discriminación, con un índice del 80.7, ubicándolo en el cuarto lugar a nivel país.

Y en Mérida existen 37 mil 549 personas con alguna discapacidad, lo que representa el 4.51 por ciento de la población total del municipio, del cual la mayoría presentan una limitación en sus capacidades motrices (59.13 por ciento). El objetivo era generar políticas públicas que permitan atender las necesidades de los alumnos en los planteles educativos, sobre todo aquellos que requieren una enseñanza especial.

Sobre este tema, el Inegi realizó 2014 un “censo adicional” en Yucatán en las áreas que deben ser reforzadas para mejorar la atención y la infraestructura educativa, de acuerdo con las necesidades de cada estudiante.

Se trata del Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial (Cemabe) que reveló que hasta septiembre de 2014 en Yucatán cursaban la educación básica 435 mil 502 alumnos, de los cuales 17 mil 153 padecía algún problema de discapacidad.

La dependencia concluyó el estudio en 2014 y con el cual se pretendía conocer la realidad actual de la educación en la entidad, en términos no sólo de alumnos con discapacidad, sino de niños sobresalientes, infraestructura escolar y capacitación docente, entre otros aspectos.

En el tema de estudiantes con alguna discapacidad, los resultados ubicaron a Yucatán a nivel nacional entre los 10 primeros. La información señaló que las principales discapacidades en la entidad son la motriz, ceguera, sordera, el síndrome de Down y el autismo.

O sea, ¿estos antecedentes son base para que los menores discapacitados sean maltratados y hasta semi-esclavizados en Yucatán? Algunas voces en los municipios de la entidad apelan a los usos y costumbres. Por ejemplo, un lector comentó: “mi mamá, de niño, me amarraba un pie en alguna parte de la cama mientras ella se iba a cocinar”. Y la parte complementaria de este comentario fue: “¿cuántos niños no murieron o estuvieron graves por tomar insecticidas cuando las mamás estaban ocupadas? Yo no tuve ese problema”.

Bueno, hay de opiniones a opiniones. Ni hablar. Que la gente decida.

Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para que las madres y padres cabrones reciban la sanción terrenal correspondiente (la celestial la verán después), enviarlas a [email protected] y/o [email protected]

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