Pecho a pechito, la semana peninsular de AMLO

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Rollo: El Bofas
La semana anterior transcurrió en Yucatán bajo el manto protector de “Don Pejelovich”.

O sea, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, estuvo el viernes 12 de octubre, precisamente en el polémico Día de la Raza, en Mérida para entrevistarse con el gobernador Mauricio Vila Dosal, algunos miembros del gabinete estatal y sus amigos personales y, al final, hablar durante una hora, sin parar, en el mero centro del corazón de la capital.

Y allí, sin muchas sorpresas, vio y habló. Se le vio en buena condición física, nada enfermo y venido a menos como tachan sus críticos.

¿Acaso no saben, sus detractores, que el poder rejuvenece y fortalece? Don AMLO suele decir ante sus blasfemos que “estoy al tiro, estoy al cien (por ciento) y se quedarán frotando sus manitas (por el supuesto de que puede estirar la pata si excede su condición de salud; recordar que ya fue operado del corazoncito)”. Y así por el estilo.

Es por eso que López Obrador, y pueden apostar hasta sus gallinas, no se quedará en el intento de asumir el encargo constitucional que le dieron, con su voto, más de 30 millones de almas. Anda vivito y coleando y dará mucho de qué hablar.

Ahora bien, ¿qué lectura asomó durante su visita a Yucatán?

Por el momento, todo cordialidad y transición de terciopelo. En su visita al Palacio de Gobierno, el mandatario anfitrión Mauricio Vila Dosal, el segundo egresado del Partido Acción Nacional que mandata Yucatán (el primero fue “Don Pato” Patrón Laviada de 2001 a 2007), se comportó a la altura.

Sobrio y echando mano de sus recursos como político más profesional –aprobó con muy buenas calificaciones la licenciatura para la alcaldía de Mérida y ahora está empezando a cursar su maestría gubernamental, la cual debe durar seis años, incluido el posible doctorado-, Vila Dosal recibió al futuro mandatario y lo condujo a la mesa del diálogo.

Ambos tienen que aprender de cada uno. Pero, por supuesto, el tabasqueño, con la piel mucho más curtida en estas lides, aprovechó para “palomear” a Mauricio, sobre todo por sus estrategias en cuanto a la austeridad y planes de ahorro ante los presuntos despilfarros millonarios que dejó como herencia el “Rolo-gobierno” de 2012 a 2018. Y basta un pequeño botón: Vila ya devolvió 120 automotores, de los cuales la mitad, eran camionetas del estilo lujoso “poca mother” y que, en su conjunto, ocasionaban una derrama favor de su arrendatario, Banorte, de jugosos millones de pesos anuales. ¿Cuántos? ¿10, 15, 20 millones? ¡Sí que el gobierno de Rolando Zapata sabía darse buen gusto en materia automotriz! ¿Acaso las camionetas tenían escort incluidas? ¡Vayan ustedes a saber!

Y, precisamente, “Don Pejelovich” puso como ejemplo nacional de austeridad a Mauricio Vila y, un día después, reunidos en Campeche los mandatarios de la zona sureste del país, el Gobernador de Yucatán pidió que le siguiente evaluación del proyecto Tren Maya se efectúe en este entidad por, simplemente, tener las mejores condiciones operativas, logísticas y de seguridad en la región y muy posiblemente del país. López Obrador accedió a la solicitud de Vila Dosal y así será.

La primera prueba de Vila ante “Don Pejelovich” fue aprobada, quizá con “10”, y no cualquiera accede tan complicada palomeada. Por supuesto que este show político apenas comienza y López Obrador tendrá seis años -¿quizá más?- para hacer y deshacer casi a su antojo. Al final, la Presidencia da para eso y mucho más sin importar si se consulta o no al pueblo.

Mauricio Vila tiene que estar muy “xux” (abusado) y mantener una política sobria y sin sobresaltos hacia la mirada escrutadora de “El Peje”, porque éste perdona pero no olvida (también puede ser al revés). De entrada, el mandatario yuca brincó exitosamente su primer obstáculo en la carrera de seis años con vallas.

Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para que Don AMLO mire siempre a Yucatán con ojos de bondad, enviarlas a [email protected] y/o [email protected]

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