Coupina: Bestia y cavernas

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Rollo: F. Salvador Couoh Jiménez
Por primera vez en la historia reciente, poco más de dos tercios de yucatecos viven (vivimos) encierros domiciliarios. Comprometen un comprador designado obligado a llevar provisiones para la semana o quincena, según fluya el recurso monetario, algo así como aquel hombre primitivo que languidecía en cuevas o cavernas con licencia para el más fuerte de aventurarse en cotos de caza o terrenos para la apropiación de productos de la naturaleza y llevar el sustento a quienes lo esperaban en buen resguardo, vaya, asegurar la pitanza temporal.

Hoy en pleno calor de mayo, guardando el parangón, garantía de sobrevivir la pandemia Covid-19; ayer en los tiempos idos nevadas o glaciaciones.

Pero, estar encerrado en el cubil no garantiza ni por mucho estar en armonía franciscana, tiene sus bemoles. Hay visos de turbulencia tanto en tono doméstico como en calles y otros puntos de encuentro donde la concurrencia, quizás disminuida por el exhorto a cumplir el imperativo epidemiológico de Sana Distancia. Traducida en evitar aproximaciones personales tendientes a potenciar tránsito del pernicioso virus, contagio letal para decirlo en lenguaje liso y llano.

El horizonte yucateco es de claroscuros, hay nubarrones. Confrontaciones y enfrentamientos empiezan a empañar a la muy noble y leal sociedad peninsular.

Con algo de gratuidad y también de pereza mental puede suponerse, y ya hay apostadores, que ignorancia y belicosidad son aguas de la misma fuente. El asunto es más complejo. Hay previsiones, así se consigna entre informantes, léase opinadores de alto espectro sin importar nivel cultural ni grado académico mucho menos el medio que les cede espacios, de intolerancia, violencia entre adultos, jóvenes e incluso niños. Es hora de procurar, en medio del confinamiento establecidoen hogares de la entidad, exhortos hacia la sana convivencia y la recuperación de valores perdidos desde principios del siglo XXI, cuando en mala hora desaparecieron posicionamientos humanísticos, filosóficos, del Sistema Educativo Mexicano. En descargo, la Nueva Escuela Mexicana trae un gran bagaje hacia la reivindicación de las humanidades. El reto, formar ciudadanos con dimensión social.

La reflexión va al acierto, en primerísimo lugar está la vida. Razón demás para atender y entender el mandato de las autoridades de mantenerse en casa. Se encuentra por desgracia muy buenos argumentos, incluso válidos y justificables, que parecerían indicar la ociosidad de quedarse en domicilio. El riesgo de banalizar los llamados del Estado mexicano por mantener medidas de higiene, por ejemplo uso de tapabocas, gel antiviral y cuidados personales es muy grande y sin sentido. Sería convertirse en presa demasiada fácil para ese azote epidémico 2020.

Ya sabemos, primero está la vida propia y de los demás. Se da por descontado que existe fundamento compartible: defender la vida por sí misma combatiendo la plaga de origen desconocido. Por tanto, es políticamente correcta la alianza familias-autoridades, aunque en ocasiones sus consecuencias incomoden. Así, de ser aceptada la aseveración en el plano de los valores, resulta que el accionar gubernamental es uno de los mejores instrumentos para preservar la vida sin excepción.

No hay “salivazo”, hay dos sopas: o se atienden las medidas certeras de las autoridades, cualquiera que sea su origen o color, para liquidar a la bestia pandémica, o, de plano la displicencia con oídos sordos conduzca salir de las cavernas, domicilios de confinamiento, diezmados preguntando con cinismo inaudito de aquel buen vecino de Yucatán.

Ahora sí, es tiempo del ciudadano, de la cruzada de las manos limpias, lacortesía obliga a correr invitación los políticos, tan maltratados en estos días. No hay que ser…

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