Couopina: costumbres por devenir

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Rollo: F. Salvador Couoh Jiménez
Muchas voces confinadas ronronean el gusto, hay otras no tanto, por esta temporada primaveral en casa. Desde luego, no planeada, sólo cumple disposiciones sanitarias dictada por el gobierno federal más el aval, por obviedad de urgencia, del gobierno constitucional yucateco presidido por Mauricio Vila Dosal. La vida es alfa y omega, tiene principio y fin; entonces, el dulce encanto del ocio relativo más pronto que tarde tendrá su final… ¿feliz?

Está por verse en los próximos meses marcado por el calendario 2020; primer semestre, por de pronto, para el olvido. Seguro sin unanimidad, por los claroscuros que se explican contantes y sonantes.

Adelantar vísperas es un juego muy de casa, aventurado, casi como el tradicional de “la bolita”. Las apuestas hacia el segundo semestre del presente año, acumula cientos de pronósticos dignos de brujas, adivinadores, alquimistas y astrólogos, todos con grandes dotes histriónicas dignas de mejor causa. Clientela, todos y todas tienen a tutiplén. Hay unos más versados que otros, ni hablar, cada usuario apueste a quien satisfaga sus requisitos, no muchos ni serios, por cierto.

Los optimistas con calidad de videncia auguran la apertura de un nuevo mundo donde la felicidad deje al innombrable, C-19, como una mala experiencia que surcó para pavimentar la nueva temporada de abrazos con frases hechas de manufactura de autoayuda, capaz de fermentar bonhomía en cada ente nacido o no en la laja yucateca. La Utopía Wayé tiene visos de raigambre en la cultura de hacer y decir muy propio de tradiciones en la península; la festiva actitud, “muy campechana”, de ancestral data permea aún más viva que nunca. Siendo así, en hora buena. Bienvenidos los augures en aras de la mejor convivencia que tantos momentos saludables potencia.

Los Idus de mayo, pesimistas de cepa, soltarán amarras a sus desencantos y frustraciones per se para imputar culpas al cabello blanco de López Obrador como a la Ley Seca de Mauricio Vila. Sin mayor argumento, mucho menos razones, facturarán todas las agresiones, desavenencias ciudadanas y desmanes a que sus añejas recomendaciones aceitadas en otros tiempos con dinero público, ahora secadas al sol, no fueron atendidas.

Queden atrás las “pandemiadas”, es hora de apostar al estado fundacional donde la sociedad y población yucateca antepongan la sana convivencia, el bien común, a los intereses facciosos o de grupo; todo en aras de reivindicar los valores en la familia, escuela, sociedad integral donde se privilegie el trato respetuoso con igualdad y equidad. Éstas dejen de aparecer en discursos, muros y edificios para pasar a la práctica cotidiana; queden en el olvido las pésimas experiencias exhibidas, vividas, en esta temporada del C-19 por prevalencia de las denominadas “competencias académicas, educativas y escolares” que mostraron sus formas descarnadas, lastimando costumbres con imperativo de valores, hasta hace poco tiempo, carta de presentación del yucateco bien nacido.

La lección ya se tiene. No se recite ni declame memorísticamente, sin emoción; asumirla, entenderla, comprenderla y aplicarla es el imperativo en el devenir yucateco. Así sea.

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