Rollo: Celia Franco; flashazo: Aldo Pallota
Miguel Rodríguez Baqueiro es una de esas personas con las que el tiempo pasa rápido, tiene un humor muy amable, gran optimismo, pero además sabe escuchar, por lo que se presta a tener todo tipo de pláticas, aún las no tan fáciles, sabiendo con seguridad que al final terminará con una broma y todo en paz.
Muy sencillo, tanto que ni parece de esos clásicos panistas de cuna de oro que sienten que deben de tirarles alfombra a su llegada, es más bien dicharrachero, con una gran sonrisa y una carcajada inigualable. Simplemente disfruta la vida.
Se encuentra en ese punto en donde ha madurado, entiende que es el único responsable de trazar su camino, de sus sentimientos, está muy consciente de su labor como diputado local, se toma muy en serio los temas sociales, quiere lograr un mejor futuro para sus hijos y dejar un legado del que se enorgullezcan.
Miguel vive hoy una estabilidad interna que se refleja en todo lo que hace, no puede ocultar su felicidad, a unos días de cumplir 39 años ha logrado dos de sus grandes sueños: ser abogado y alcalde de su natal Tixkokob. No es que no tenga más sueños ni metas pero por ahora solo quiere disfrutar al máximo cada día rodeado de sus seres queridos, cumplir sus compromisos y pasear.
¿Cama o hamaca?
Abrió los ojos como sorprendido: Cama. Tengo un problema en la espalda, me encanta la hamaca pero después de dos o tres días de dormir en hamaca ya no puedo pararme.
¿Comida y postre favoritos?
Relleno negro y de postre fudge, me encanta, mientras sonrió como si se le hubiera antojado.
¿Algún personaje que admire?
Cantinflas. Era carismático, alegre, positivo, siempre dejaba un mensaje de enseñanza en sus películas, hacía reír pero de alguna forma era crítico de los problemas de la sociedad de su época.
¿Frase que con la que se identifique?
Sonrió, apretó los labios y después murmuró: no, ese no te lo puedo decir. Después de unos segundos respondió: “La confianza es la madre de todas las desgracias”. Cuando te confías en algo dejas de trabajar duro y es cuando llegan las desgracias. En la época en la que fui alcalde de ‘Tixko’, todos me decían: vas a ganar, pero yo nunca me confié y se lo decía a mi equipo.
Si pudiera tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
¡Chin! (se hizo para atrás en la silla y sonrió). Me gustaría volar, debe estar padre.
¿Algún momento en tu vida que le haya marcado?
El nacimiento de mis hijos. Me di cuenta de la responsabilidad que tengo con ellos, saben que me tienen y siento que no les puedo fallar. Fíjate que antes de que nacieran me subía a todos los juegos mecánicos, ahora pienso: ¡Chin!, si me muero ¿qué va a ser de mis hijos?
¿Fue muy noviero?
No (risas), no, de verdad, no tuve novia hasta la facultad; me gustaba más el relajo (más risas).
¿Mejor virtud?
Se mordió los labios y balbuceó por un momento: trato de hacer las cosas correctas, que lo que yo haga y diga vayan de la mano, así que diría que ser congruente.
¿Peor defecto?
Hizo una mueca: la puntualidad, por más que lo intento no logro ser tan puntual como quisiera.
¿Arriba o abajo?
Quedó rojo, se reclinó en su silla, se echó una larga carcajada: abajo, definitivo.
