Pecho a pechito: más vigilancia en la Pasión de Cristo

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Rollo: El Boffas
Acabó la Semana Santa. En Yucatán, como siempre y siguiendo las tradiciones –otros dirán usos y costumbres- se escenificaron los Viacrucis de Cristo en distintos puntos estatales.

Los municipios de Baca y Acanceh todavía son los más representativos en Yucatán en cuanto a la Pasión de Jesús. La gente, como siempre, llena de fe –aunque no se duda que hayan concurrido los creyentes a modo- asistió, desafió el calorón, rezó y vivió el calvario del nazareno hasta que expiró en la cruz.

En Acanceh, el lleno acostumbrado y el fervor que desborda las pasiones. La representación, a cargo de jóvenes, en su mayoría, sin tacha. El que vivió los azotes en nombre de Cristo, como buen católico, aguantó vara.

Lo mismo en la comunidad de Baca de donde surge el chiste aquél que reza más o menos así:

Un sujeto de Mérida está en su automóvil y quiere llegar a dicho municipio, pero como es bien pen…itente y nunca había salido de la capital y hasta de su colonia, jala y jala y, simplemente, no llegaba a su destino.

En eso observa a un campesino que caminaba cargando su leña y le pregunta:

-Oiga, ¿cuánto me hace falta para llegar a Baca?

-El campesino, con cara de incrédulo, se asoma por la ventana del conductor y le responde:

-Pues así como está, ¡cuando mucho 2 ó 3 kilitos!

Valga esta ocurrencia para recordar que, precisamente, en Baca, el jueves pasado estuvo a punto de ocurrir una tragedia cuando un chavo de 22 años, Javier Moo, quien interpretaba a Judas Iscariote, ya mero vuela con el Creador anticipándose al suicidio que ejecutó el conocido apóstol que vendió a Jesús por míseras monedas.

En efecto, el muchacho estaba practicando el jueves por la noche el “suicidio” por la vía del ahorcamiento cuando la cuerda que estaba “arreglada” para soportar el peso de su cuerpo se deslizó de más y, realmente, comenzó a apretar el cuello del pobre “Cristo de los Henequenales”.

Los cuates de “Judas” se dieron cuenta del lío y lo rescataron a tiempo; gacho sofocón del muchacho que estaba ya casi morado por la falta de oxígeno y con la túnica piteada del susto. No era para menos.

Pero en sí, el intento de reflexión de estas líneas, es que las autoridades municipales y hasta estatales tendrían que meter mano para evitar que se registren potenciales casos como el de Javier. Y es que, días antes de las recreaciones sobre el calvario de Cristo en Semana Santa, por lo general los voluntarios entrenan para que no les vayan a agarrar desprevenidos; varios hacen ejercicio, corren, levantan pesas, en fin. Es todo un ritual.

Pero, en cuestiones un tanto más peligrosas, como la del ahorcamiento de “Don Iscariote”, el asunto amerita que los organizadores den aviso a las autoridades, mínimo para que estén presentes algunos policías y hasta empleados de Protección Civil, experto en labores de contingencia, y responder si algo se sale de control.

Por muchos años, los usos y costumbres de cada población son los únicos “chicharrones que truenan” pero ya es importante que, para estas fechas, también se vigile la integridad del voluntariado que no siempre está adiestrado para estos menesteres.

El caso de Javier Moo, en Baca, tiene que prender algunas alarmas de alerta porque, al menos que se tenga antecedentes no revelados, el “suicidio” del moderno Judas estuvo a un paso de consumarse.

Para la próxima Pasión de Cristo, en 2020, nada mal se vería un operativo antes, en el momento y después. Los usos y costumbres son buenos, pero vigilados es mucho mejor, al menos para la Semanita Santa.

Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para que los “Judas” yucatecos tengan, por lo menos, seguros de vida, enviarlas a [email protected] y/o [email protected]

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