Crónica del paso del huracán Delta desde la lente fotográfica

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Rollo y fotos: Victoria González
MÉRIDA.- Eran las 5:30 de la madrugada. El cielo y la calma del camino eran parte del panorama que nos acompañaba a nuestro destino incierto para cubrir parte del transitar del huracán Delta, que en un principio estaba pronosticado que entraría a Quintana Roo y Yucatán en categoría 4.

Transcurría el tiempo y el amanecer, dejándonos ver un panorama gris con chubascos y tramos de la carrera con bastante lluvia y rachas de viento fuerte. Sólo sentíamos cómo la camioneta que nos transportaba se movía por el viento y al pasar los grandes charcos de agua que dejaba la lluvia.

Atentos al camino sin tantas risas como de costumbre se cubre algunas noticias, unos amigos reporteros y yo decidimos cambiar el rumbo que habíamos trazado al salir de la ciudad, y llegar a las zonas donde seguramente habría parte de la información que buscábamos. Así fue. Primero llegamos al municipio de Sucilá, donde lo primero que encontramos fueron las calles solitarias y con mucha lluvia.

Unos cuantos policías en el Palacio Municipal nos informaron que ya estaban listos para lo que se necesitara en su comunidad. Esperamos unos momentos y el alcalde Diego Lugo comentó que desde anoche se había movilizado al personal del Ayuntamiento para proteger a los pobladores y, sobre todo, a los más vulnerables. Hasta ese entonces, la situación era alentadora para continuar el camino.

Decidimos que sería bueno llegar lo más cerca de las ciudades de Tizimín o Valladolid, pues se había mencionado que serían los lugares con más afectaciones, pero nos encontramos que gran parte de las carreteras, como lo habíamos previsto, estaban cerradas, por lo que llegamos al municipio de Panabá, donde por suerte nos encontramos a personal de Protección Civil y al Alcalde Jorge Abraham.

Éste nos dijo que se había evacuado a gran parte de la población hacia albergues de Tizimín, pues las personas estarían más protegidas ahí en caso de que el huracán no cambiara su categoría. Dijo que además había una escuela secundaria habilitada como albergue por si en algún momento la gente pudiera necesitar espacio de última hora, y eso precisamente sucedió, pues encontramos a una familia que había abandonado su casa porque ya se había inundado por la fuerte lluvia.

En el lugar también albergaban algunos soldados del Plan DN-III-E que se quedaron para apoyar a la población ante la contingencia. No se hizo esperar su labor y de inmediato se pusieron a cocinar para ofrecer comida a quienes habían llegado al sitio de alojamiento.

No nos demoramos en el lugar y nos retiramos, pues uno de los soldados nos comentó que era buena hora para tomar la carrera o nos quedaríamos en el refugio, pues la vía es muy angosta y cualquier gran rama que cayera obstruirá nuestro camino impidiéndonos continuar.

El presagio de aquel militar se cumpliría a los pocos minutos. Ya habíamos avanzado mucho y de pronto vimos que una rama de un hermoso árbol cayó, por lo que mi compañera y yo tuvimos que quitar el obstáculo, mientras otro compañero conducía rápidamente para agilizar nuestro paso.

Por fortuna tuvimos un mejor camino, y así llegamos a Telchac Puerto, donde lo primero que escuchamos fueron los grandes soplos del aire y el imponente eco de las olas del mar, que parecía tener una fiesta en lugar de un huracán encima, pues el movimiento de su oleaje y la brisa que dejaba sentir hacían que luciera como una increíble majestuosidad de la naturaleza, aun cuando ésta pudiera destruir todo a su paso.

Fue tan breve y fugaz nuestro paso por esa zona, y al ver la hora ya era cerca de la 1:30 de la tarde y teníamos que llegar de nuevo a la ciudad de Mérida, por lo que no dudamos en tomar marcha y encaminarnos para llegar a tiempo, escribir nuestras crónicas y enviar las fotos al periódico.

Mientras nos concentrábamos en mirar el camino, notamos que ya teníamos de nuevo señal en nuestros teléfonos celulares, y fue así como nos enteramos que, por suerte, “Delta” ya era categoría 2. Sólo recordamos el gran día que tuvimos y el tiempo que se nos pasó tan rápido.

Al llegar a la ciudad vimos uno que otro carro aún circulando y todos los comercios cerrados. Me despedí de los dos compañeros y amigos de aventura al dejarme en casa, y sólo quedará esta nota y las fotos de lo que fue para nosotros la cobertura del primer huracán que toca parte de Yucatán después de 18 años que llegó “Isidoro” con su gran magnitud.

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