Mensaje del Arzobispo de Yucatán por Navidad

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“Y lo acostó en un pesebre, porque no había
lugar para ellos en la posada” (Lc 2, 7).

Muy queridos hermanos y hermanas, al acercarse la noche de Navidad, en la que recordaremos el nacimiento del Salvador en Belén, si meditamos un poco en aquella noche, nos vamos a enternecer pensando en lo que sufrieron María y José por no haber encontrado un lugar digno para el nacimiento de su Hijo, así como en lo que sufriría aquel Niño divino puesto entre pañales en el pesebre de un establo.

​Quien no rece estos días, en especial en la noche de la Navidad, y no medite un poco, no experimentará ningún sentimiento de gratitud ante el gran regalo del Señor, el don de su propio Hijo hecho hombre. Habrá muchos que se dediquen a pasarla bien en estos días sin acordarse del festejado.

​En la Unión Europea hace unas semanas llegó una carta con una propuesta para eliminar la palabra “Navidad” al referirse a estas fiestas.

Según esto, el motivo sería para evitar lastimar la sensibilidad de los no creyentes, en estos tiempos de diversidad. Esta propuesta fue rechazada de inmediato; pero, aunque no se diga, muchos habrá que en la práctica, hayan vaciado de sentido el origen y el contenido religioso de estas fiestas: Jesús ha sido expulsado del corazón de todos aquellos que quieren celebrar por celebrar, sin tenerlo en cuenta a él.

​El Papa Francisco se refirió a esta propuesta llegada a la Unión Europea con estas palabras: “Es un anacronismo. En la historia ha habido tantas dictaduras que han intentando hacer esto, como el nazismo o el comunismo. Es una moda, es un laicismo aguado, pero esto no ha funcionado.” (Papa Francisco, Conferencia de Prensa, 6 de diciembre de 2021).

La diversidad y el respeto

​Hoy está de moda el concepto de la “diversidad”, que supone el respeto a todas las personas que piensen o sientan de modo diverso al común de la gente.

Todos los cristianos estamos llamados a respetar a todos los que tengan un estilo diverso de nuestra fe y nuestras costumbres, pero también estamos llamados a respetarnos a nosotros mismos, así como a defender nuestro derecho a expresar nuestra fe y a celebrarla de acuerdo a la liturgia, a la religiosidad popular, y a las costumbres de siempre. No tenemos por qué disimular y esconder vergonzosamente nuestra fe y los valores que hemos de expresar, siempre de modo respetuoso, valiente, sencillo, sincero y alegre, sin pretender obligar a nadie.

​El sentimiento auténticamente religioso en esta Navidad se traducirá en recibir a Jesús en la persona de los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los migrantes y los más pobres. Jesús, María y José conocieron la experiencia de la migración, porque tuvieron que salir de Nazaret y dirigirse a Belén, cuando María estaba a punto de dar a luz, y porque luego tuvieron que huir a Egipto ante la persecución de Herodes.

Migrantes

​Hoy en día hay miles de migrantes que, al igual que la Familia de Nazaret, “no encuentran lugar en la posada”.

El accidente en el que fallecieron 54 migrantes y 105 resultaron heridos (el pasado jueves 9 de diciembre, en la carretera Chiapa de Corzo, Tuxtla), debe calar en la conciencia de todos, teniendo en cuenta que la historia de Jesús, María y José, se está repitiendo hoy en día, en la vida de tantos hermanos nuestros en el mundo.

​Esta Navidad contemplemos la estrella de Belén; meditemos viendo nuestro nacimiento y nuestros arbolitos de Navidad, con todos sus simbolismos; recemos el Santo Rosario en los días de las posadas y la Noche Buena; y acerquémonos a los santos sacramentos en estos días, en especial en la misa de Navidad; no olvidemos al Cristo que nace hoy en cada hermano nuestro en necesidad.

​Si está a nuestro alcance, hagamos regalos a los niños y a nuestros seres queridos, fortaleciendo nuestra gratitud al Padre celestial por habernos dado el enorme e inmerecido regalo de su Hijo como hermano nuestro. El Dios del Amor nos creó a su imagen y semejanza, y por eso somos capaces de amar: regalemos amor a todos, que a nadie le cuesta y a todos nos enriquece.

​Ki’imak óol u síijil Jesús!

​¡Que tengan todos una muy feliz Navidad!

  • Gustavo Rodríguez Vega
    Arzobispo de Yucatán

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