Enigmas: recibió una llamada desde el ataúd de su marido

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Rollo: Jorge Moreno
Es común que mucha gente le tema a su muerte, pues es algo que saben tarde o temprano tiene que llegar; pero hay ocasiones que el trauma puede ser tal, que se preparan de la forma más inesperada, como por ejemplo instalar un teléfono en un ataúd en caso de que puedas despertar por catalepsia. Este es el relato que nos envía la señora Norma Alatorre, de la ciudad de Guadalajara, quien a través de sipse.com lee de forma asidua esta sección.

“Mi padre siempre fue obsesivo con su muerte, siempre que hablaba del tema comenzaba a meditar en cómo acomodaría las cosas en caso de morir. Siempre daba la imagen de ser muy entusiasta con estos temas, pero en su interior yo sabía que le tenía pavor a la muerte. Tan es así que hace ya algunos años había instalado un teléfono en la cripta de la familia.

“Realmente lo atormentaba el hecho de que lo diesen como muerto y despertar en su tumba. Había noches que hasta despertaba exaltado por sueños relacionados con este hecho. Algunas veces lo había observado llorar sentado en la cama, pero yo simulaba no saberlo. Esto continuó así con el paso de los años. Yo me comprometí con un chico que conocí en la facultad y tuvimos un hijo. Separándome de mis padres comencé una vida, una familia que me hacía feliz.

“Me había mudado con mi novio, todo marchaba estupendo, hasta el día que llamó mi mamá muy desesperada: ‘¡Papá ha tenido un ataque al corazón!’, decía. Yo me sorprendí e intenté calmar a mamá de alguna forma. Realmente, lo ocurrido me impactó mucho, me quitó noches de sueño, días de armonía.

“Papá fue puesto en su respectiva cripta, la que él mismo había construido, y así nos marchamos a casa. Después de esto en casa había un ambiente de mucha tensión. Mamá no paraba de llorar, esos días tuve que consolarla mucho… No podía permitirme verla así. Esto continuó por dos días, dado que en ese tiempo aprendió a controlar sus emociones.

“Yo volví a casa con mi pareja y la llamaba todas las tardes. Cinco días más tarde traté de comunicarme con mamá, pero la línea me daba ocupada, me extrañó entonces… Mamá no era de realizar llamadas muy extensas, además desde la muerte de papá sólo recibía mis llamadas.

“Procuré no preocuparme demasiado, traté de pensar que todo estaría bien. Sin darme cuenta de lo que estaba haciendo me dirigí inconscientemente a casa de mis padres en mi auto. En el camino sólo pensaba en mamá, en lo extraño que parecía todo… En la rareza de lo que sucedía”.

“Al llegar noté que mi casa estaba como siempre, vacía, subí las escaleras y lo que vi entonces me dejó estupefacta. Mi madre estaba sentada en el sillón con el teléfono casi cayendo de sus manos, no respiraba. Estaba… estaba tiesa, parecía no tener vida, y así era. Me acerqué, le toqué el pulso: estaba muerta.

“Lo demás no recuerdo, me desmayé al instante, para cuando desperté me encontraba en casa junto a mi novio. Pregunté por mamá, quería saber si todo había sido una pesadilla. Lamentablemente no fue así, era la cruda verdad”.

“Como imaginan hubo llantos y diferentes ataques emotivos en mi familia, cosa que trataré de no detallar. El día que fuimos a colocar a mamá en la cripta familiar nos encontramos que el teléfono que papá había colocado se encontraba descolgado. Siguiendo el cable enrollado con la vista pude ver que el auricular se encontraba dentro del ataúd de mi papá. Realmente aquello impactó mucho en mí, pues pienso que a lo mejor mi padre despertó, llamó a mi madre y ella de la impresión falleció».

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