Enigmas: conoce las experiencias sobrenaturales del exempleado de una funeraria en Mérida

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Rollo: Jorge Moreno
Hace un tiempo, entrevisté a un ex empleado de conocida funeraria ubicada en Mérida, y me habló de muchos aspectos que el público en general desconoce:

“Trabajé cuatro años en dos funerarias diferentes y vaya que ocurren situaciones paranormales increíbles, en primer lugar quiero decir que es muy difícil trabajar en este sitio, tienes que tener bastante “hígado” y sobre todo mucho carácter para sobrellevar todo lo que ves”.

“Por una parte, esté el aspecto físico, pues el olor de los cadáveres cuando hay que arreglarlos resulta ser insoportable; y más cuando después los tienes que maquillar, para muchos empleados puede ser una experiencia traumática el tenerlos tan cerca de ti y estarlos cambiando de ropa o poniéndoles pintura”, relató:

«Y ahora viene el aspecto paranormal, las tres experiencias más increíbles que tuve son las siguientes:

“En una ocasión, llegó un señor como de 90 años de edad, a pesar de su vejez llegó solo y no se veía débil, pues caminaba con toda normalidad, a mí me tocó atenderlo y dijo que había acudido para comprar una caja porque un familiar cercano había fallecido; pagó, acordamos que la carroza pasaría por el cuerpo tres horas después (eran las cinco de la tarde) y antes de irse me dio una tarjeta de presentación y me dijo que se la devolviera en la noche en que viniera al velorio para que me diera una propina, ya que en ese momento no tenía cambio.

«El señor se fue y en la noche llega el servicio fúnebre, los parientes, etc,. como unas 50 personas pero no veía al señor por ningún lado; cuando ya se estaba yendo la mayoría de la gente y pensé que me había quedado sin propina. No sé cómo me acerco al ataúd y casi pego un brinco al ver ¡al mismo señor! que tres horas antes había ido a pagar la caja.

«Ya no quise averiguar qué pasó, pero uno de mis compañeros cuando le conté al momento mi experiencia me dijo que la tarjeta que me había dado el ‘difunto’ se la pusiera en su bolsillo dentro del ataúd, pues de lo contrario me podría pasar algo. Así lo hice.

«En otra ocasión, durante mi trabajo nocturno escuché claramente que alguien golpeaba la puerta de la parte de atrás, en donde se arreglan a los cadáveres. Pensé que era uno de los maquillistas, pero él estaba en la parte de adelante porque había salido a comprar. Le dijo y ambos fuimos a ver si no había nadie, y me dio un escalofrío al comprobar que sólo habían dos cuerpos, pero ningún ‘vivo’. Eso me ha pasado en más de cinco ocasiones y también a mis compañeros, de pronto escuchan pasos, voces como cuchicheos, y los golpes de la puerta.

«El último caso y que también me sorprendió es cuando durante un velorio de una señora como de 35 años de edad, vino muy poca gente, pero entre ellas estaba una pequeña niña como de cinco años, pero me llamó la atención que nadie le hacía caso, como si no la vieran; en un momento dado se quedó sola la sala y vi que ahí estaba únicamente la niña, parada inmóvil junto al ataúd.

«Me iba a acercar para ver si estaba con alguien, pero en eso volteé a ver la hora en mi reloj y cuando regreso la mirada la niña ya no estaba por ningún lado, era imposible que se ocultara, pues era una sala pequeña; no me quedé con la duda y con todo el recato y sutileza posible le pregunté a un familiar cercano que llegó unos minutos después si la señora había tenido parientes niños que hubieran fallecido y me confirmaron lo que sospechaba: tres años atrás, la señora había perdido a su hija de cinco años en un accidente de tránsito. Es decir que la niña que yo veía, era el alma en pena de su hija que la estaba esperando», finalizó.

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