Enigmas: el embrujo del licenciado

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Por Jorge Moreno
“Mientras más estudios tiene una persona, más fácil es embrujarla”. Con esta frase resumía el chamán yucateco Marcial Lavadores (qepd) algo que había visto durante los más de treinta años que ejerció en su labor como hechicero de magia blanca:

“Por lo general, las personas que tienen una licenciatura creen que la brujería no existe, y no se preocupan por hacerse limpias o protegerse con amuletos; por ello, cuando alguien los quiere embrujar y van con un hechicero de magia negra, es ‘pan comido’ hacerlo; en cambio, la gente de campo, humilde, que por lo general no tiene estudios, desde siempre se preocupa por hacer limpias en sus casas, tener talismanes, hacerse baños espirituales y todo tipo de protección que hace que cuando algún enemigo los quiera dañar, sea mucho más difícil hacerlo”.

Y todo esto lo mencionamos como preámbulo del caso que les presentamos el día de hoy, en donde un licenciado en Derecho, oriundo de Mérida, vivió un auténtico “infierno en vida; vayamos por partes.

Todo inicia cuando el personaje en mención, al que no referiremos ahora como “el licenciado”, recibió a una pareja que tenía un pleito legal en un municipio yucateco, ya que había “prestado” su casa a una señora y ésta no quería desalojar la vivienda “a la buena”:

No había algún documento, papel o contrato de renta, pero cuando los dueños le solicitaron que devolviera la casa, la mujer (de aproximadamente sesenta años de edad) se negó a hacerlo.

Al escuchar el caso, el licenciado pensó que sería fácil utilizar sus conocimientos legales, pero prefirió hacer uso de la
prepotencia, por lo que, con “papeles” en mano y tres acompañantes, viajó un domingo al pueblo en donde estaba esa casa y cuando la “viejita” salió, el abogado le dijo de manera déspota que tenía una orden de desalojo; entró a la casa a empujones, le tiro alguna de sus pertenencias, y pateó y pisoteó unos líquidos y unas hierbas que se encotraban en la cocina:

-Pinche bruja, váyase a hacer sus hechicerías a otro lado y devuelva la casa de mi cliente-, le gritó.

Esa misma tarde, la señora, que vivía sola, agarró sus pertenencias y se fue; a primera instancia, la estrategia del licenciado había funcionado, sin embargo lo peor estaba por llegar.

Tras cobrar sus honorarios, el profesionista, quien tenía un cuerpo robusto, empezó a notar en las siguientes semanas un cambio notorio en su aspecto: empezó a bajar de peso, su piel empezó a quedar seca, su cabello poco a poco se le empezó a caer, y todos los días, cuando se levantaba, se sentía sumamente cansado.

Su familia y amigos le recomendaron que fuera con un doctor, y los estudios que le hicieron no arrojaron ningún tipo de enfermedad; se cuenta que de pesar ochenta y seis kilos, en los siguientes dos meses ya sólo pesaba sesenta, y su aspecto, parecía de un “muerto en vida”.

En el ámbito profesional, empezó a quedarse sin clientes, y esto era debido a que ya no se podía concentrar en su casos; erraba con frecuencia en cosas básicas de su actividad y fue así como uno de sus primos, al notar todo esto le dijo algo que meses atrás le hubiera dado risa: “Te están embrujando”.

El familiar lo llevó esa misma semana con un conocido hechicero de magia blanca, que al hacerle una velación (trabajo para saber si tienes un embrujo o mala vibra), le dijo que una bruja de tal pueblo le había hecho una maldad tres meses atrás.

El licenciado se sorprendió mucho, pues no le había contado a nadie el caso de aquella población. ¿Cómo había podido adivinar que estuvo en ese pueblo? Y además, ¿la fecha exacta?

Fue entonces que recordó que al hacer el desalojo, vio varias yerbas y materiales que normalmente se usan en trabajos de brujería; era justo lo que había pateado, pero independientemente de eso, esa viejita lo había embrujado, y lo estaba “matando en vida”, en venganza por haberla tratado de forma humillante.

El licenciado, por fortuna, pudo ser curado, pero tuvo algunas secuelas físicas y evidentemente perdió mucho dinero debido a la cantidad de clientes que se le fueron, y todo debido a que no usaba amuletos de protección ni algún tipo de limpia.

Como conclusión, podemos decir que esto es verídico, la brujería no sólo te la pueden hacer a propósito, muchos hechizos se contagian hasta en la calle y si no se usa una protección se puede perder mucho; no sólo dinero, sino algo que no se puede recuperar como es la salud.

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