Enigmas: conoce la historia de la casa embrujada de Valladolid

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Rollo: Jorge Moreno
La lectora Martha Amezcua nos pide que hablemos sobre un sitio que es considerado por muchos como uno de los lugares “más embrujados” de la ciudad de Valladolid: la Casa de la Cristiandad.

La primera vez que fui a este sitio fue en 2008 y pude hacer una investigación a fondo de este sito, pues desde antes ya me habían llegado reportes de su fama sobre lugar “encantado”. De acuerdo con datos recopilados, desde hace algunos años, este sitio funciona como la «Casa de la Cristiandad”, ya que es administrado por la iglesia del barrio de Sisal y en su capilla se celebran misas todos los domingos, en tanto los sábados los catequistas y otros grupos eclesiásticos hacen allí diversas labores, además de los llamados “retiros”.

Se ubica a las afueras de la ciudad, su aspecto arquitectónico le da un toque enigmático. Por las noches, su apariencia es macabra, motivo por el cual quizá mucha gente asegure que es un lugar embrujado, aunque a decir verdad por toda la información que obtuvimos hay motivos más que suficientes para asegurar que sí lo es.

Antiguamente, este lugar fue un prostíbulo, fue cerrado hace más de 40 años y funcionó por mucho tiempo, y aparte de los excesos propios de este tipo de lugares, se realizaron abortos entre las bailarinas y mujeres de la vida galante que allí trabajaban.

Este lugar era amplio y con una estructura y construcción clásica de la época, contaba con al menos 15 habitaciones. Diez de estas se rentaban a los parroquianos para ejercer la prostitución con las bailarinas y meseras, y en las demás vivían las suripantas.

La gente conservadora de Valladolid consideraba a este lugar como “la casa del demonio”, por todos los excesos que allí se daban, sin que las autoridades pudieran o quisieran hacer algo por evitarlo.

Se tiene el antecedente de al menos tres asesinatos que sucedieron en épocas diferentes en el interior del prostíbulo: el primero durante una riña entre los parroquianos, en donde falleció de un disparo uno de los protagonistas del pleito; otro murió desangrado cuando una prostituta en defensa propia le clavó un cuchillo en el vientre a un borracho, y el tercero murió de un infarto mientras estaba en uno de los cuartos.

Lo que sí se pudo confirmar es que ahí se realizaron abortos entre las prostitutas y bailarinas del lugar y los fetos eran enterrados en uno de los pozos de allí o tirados en el monte.

Una persona entrevistada asegura que su papá trabajó ahí como mesero, y que años después le contó que muchos empleados habían visto al fantasma de uno de los fallecidos… Era un espectro de aspecto regordete, que deambulaba por la bodega y en el área de la cocina, y en ocasiones también en la zona de comensales. Por su físico, decían los meseros antiguos que era el cliente que murió de un infarto.

Los garroteros y empleados nuevos “pegaban el grito” cuando veían este fantasma, y no pocos renunciaron de inmediato por el miedo. Años después, el dueño del lugar decidió cerrar el prostíbulo y abandonarlo. Hay quienes dicen que se fue porque la gente dejó de visitar el lugar, pero otros señalan que recibió una señal del cielo y fue tanto su miedo que decidió huir sin saber si lo que vio era obra de Dios o del demonio.

Tras años de permanecer abandonado, las autoridades decidieron donarlo a la iglesia, la cual, construyó la capilla y la empezó a utilizar como lugar de reunión de los grupos juveniles de Valladolid y para hacer retiros.

“Hace algunos años se celebró un retiro espiritual en ese lugar, y una persona se suicidó, en la habitación número 7, y luego de eso, siempre en ese mismo cuarto cuando llegaba gente nueva que no tenía ni idea del suicidio, decía ver a un joven ahorcado y huían del miedo”.

Y agrega: “Siempre pasaba lo mismo, por lo que el Padre decidió cambiar los números de las habitaciones para que la gente no se sugestionara; creo que de habitación 7 se convirtió en 5, pero a pesar de ello, cuando se realizaron nuevos retiros, al que le tocó el cuarto 5 también fue espantado».

Otros testigos entrevistados, que forman parte de los grupos pastorales y juveniles que acuden allí, aseguran que mientras están en las juntas han  escuchado voces que provienen de habitaciones vacías; han visto la sombra y silueta de una mujer que de pronto desaparece y también les ha sorprendido cuando en al menos cuatro ocasiones han aparecido “huellitas” de pies como si fueran de un niño de alrededor de tres años de edad, en lugares en donde nadie tiene acceso, menos un niño.

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